Las urgencias son así. Ya sea un parto distócico o un perro accidentado, lo primero que pasa es ver llegar al dueño con una cara especial, mezcla de apuro, susto y tristeza.
Ayer fue una perra mestiza que un vecino de San Manuel pasó por arriba con su camioneta. Resulta que por querer saludar al dueño de la perra, el hombre no vio a la candidata que estaba cruzando la calle, y la atropelló.
Cargué el maletín con las cosas indispensables y volé hasta el lugar.
Sobre la vereda estaba la herida, rodeada de su familia y algunos curiosos. Contrastaba el llanto de la hija adolescente, con la animada charla de dos amigas que hablaban de su baile de egresados y las intervenciones del menor de los hermanos, contándome del pichón del jilguero que había encontrado un rato antes.
Fui descubriendo las lesiones de a poco. El animal tenía la cadera fracturada en varias partes. Las patas traseras lucían sin control. Había un desgarro abdominal importante, con un desplazamiento debajo de la piel de masa intestinal y probablemente la vejiga. Y esto sin contar las laceraciones sangrantes de la piel. El pulso débil y rápido y la frecuencia respiratoria muy acelerada, hacían pensar en una hemorragia interna.
Use todos los elementos a mi alcance para atenderla y ahora solo resta esperar. Veremos como sigue.
¿Cómo está el perro? ¿Experimentó una mejoría?
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