¿Será posible semejante misterio?
Hace varios meses que mi hijo
Roberto esta encargado de hacer las castraciones de perras y gatas del pueblo,
contratado por la
Municipalidad.
En este tiempo, encontramos un
refugio de perros salvajes en una casa abandonada a unas pocas cuadras de la
veterinaria. Es una tribu de seis o siete animales, que aprovechan cuanta
comida les tiran los vecinos y además, suelen depredar las bolsas de basura de
todo el barrio. Nadie los puede agarrar. La verdad es que molestan, pero a tono
con los nuevos tiempos, la única solución al problema es castrar machos y
hembras del grupo y esperar que vayan desapareciendo solos.
En eso estamos y el trabajo tomó un
nuevo impulso con una buena construcción de uno de los chicos residentes, muy
acostumbrado a hacer estos inventos en el sur del país, para atrapar zorros
comedores de corderos.
Anoche cayó uno de los malandras. En
la recorrida de última hora, apareció un macho negro metido en la jaula. Estaba
enfurecido porque se veía atrapado. Con gran trabajo lo sacamos, esquivando
feroces mordiscos que tiraba sin parar. Estaba todo orinado y sucio. Tal vez llevaba
algunas horas encerrado.
Pronto vimos que se trataba de un
macho, así que lo trasladamos a la veterinaria para castrarlo. Lo dimos
anestesia y lo atamos debajo de un árbol. Llovía despacito y pronto la fiera se
fue calmando. Nos pusimos guantes para trabajarlo porque el olor que tenía era
verdaderamente insoportable. Preparamos todo y, cuando por fin el animal se
durmió, lo subimos a la camilla para empezar a limpiar la zona escrotal ¡Pero
no había nada!
Nos miramos y largamos la carcajada
¡Tanto trabajo para esto! Nuestra primera presa ya estaba sin bolas. Pensamos
que alguien hizo antes la faena y no nos avisó.
Cuando lo largamos todavía estaba
medio dormido. Veremos si hoy tenemos más suerte.
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