Hace varias semanas que el tiempo se
volvió loco. La tierra no alcanza a tomarse toda el agua antes de que vuelva a
llover. Y no llueve un poquito. Llueve muchísimo. Con viento y a veces granizo.
Hay barro por todas partes. Los caminos intransitables, las mangas fuera de
servicio por tiempo indeterminado y los lugares de movimiento obligado de
hacienda, como los tambos y los corrales de engorde, sufriendo penurias
increíbles.
Así es la vida fuera de las
ciudades. Estamos siempre afectados y dependientes del clima. Algunos sufren
enormes pérdidas como los que se están inundando en el litoral, mientras otros
ven sus campos convertidos en lagunas por muchos años. Andan muy pocos camiones
con cereal y hacienda, porque no hay manera de circular. Los contratistas
rurales solo desean que deje de caer agua por unos días, para completar por fin
la cosecha de soja y empezar las labores de siembra de otros cultivos. En
nuestro caso, es decir para los que trabajamos tierra adentro con grandes
animales, son épocas de vacas flacas. Hay que ajustarse el cinturón y esperar
que vengan tiempos mejores. El comercio de los pueblos se resiente. Caen las
ventas y la gente se repliega y aguanta.
Un viejo del campo, cuando se venía
una tormenta, se ladeaba la gorra de vasco y afirmaba: -¡Allá se viene la come
y duerme!- Dando por hecho que estas son las únicas actividades razonables en
esta época.
Esta mañana entró Perla a la
veterinaria. Es una mujer mayor pero muy enérgica, que desde la muerte de su
marido se dedicó solita a atender su campo. Además estuvo en nuestro grupo de
teatro y es de lo mas divertida. Siempre entra saludando a los gritos, pero
esta mañana, resumió todo cuando dijo bien fuerte:
-¡Buen día Jorgeeee! ¿Sabe que? ¡La
cosa está fea Jorge!-
Feliz Día del Veterinario!!! Espero que sus pacientes y sus dueños le dejen muchos saludos y algún que otro regalo (conste que no dije "regalito", que de esos por el susto de las consultas debe ver seguido, jajajaj).
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