-¡Rápido
doctor!- Rogó la vaquillona negra -¡No le puedo explicar lo feo que es caminar
con todo el útero colgando hasta los garrones!-
-¿Pero
te duele mucho Negra?- Pregunté intrigado
-¡La
verdad que no! Lo único que siento es eso pesado que me golpea las patas-
-Por
las dudas no te muevas mucho. La semana pasada tuve que ver una vaquita que se
desesperó y terminó arrancándose el órgano a patadas-
-¿Y
la pudieron salvar?-
-¡No!
Se desangró muy rápido. Ahora está en el freezer de los González lista para ser
consumida en un asado-
-¡Pobre!-
Dijo la Negra. Y se quedó pensando. Tal vez en su destino.
Le
apliqué algo de anestesia epidural, después una droga que ayuda a relajar el
útero, lo reintroduje bien lavado y por fin, completé con una buena sutura
vulvar y los antibióticos necesarios.
Allá se fue la buena
Negra aliviada de sus padecimientos y agradecida con la atención.
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