El último domingo, a la
mañana bien temprano, me llamó Marcelo para ver si podía ir hasta su casa. Tenía
una oveja con problemas. Cargué los instrumentos, levanté a Lorenzo y Margarita,
y salimos. Marcelo vive en una quinta en las afueras del pueblo. Tiene seis
ovejas y un carnero. El asunto es que Lanita, una de las damas, justo la guacha
que criaron los chicos con mamadera, estaba enferma desde el día anterior.
Empecé la revisación
mientras charlábamos de varios temas. Lanita, medio embotada, ni siquiera se
movía. Pronto encontré algunos signos clásicos de la sobrecarga ruminal.
Distensión del órgano, diarrea maloliente y manifestaciones de cólico abdominal.
-¡Che Marcelo!- Pregunté
-¿Esta oveja no habrá comido grano? ¿No habrá abierto la bolsa de soja por
algún lado? Tiene todas las señales de un empacho-
-¡Entonces está
clarito!- Dijo Marcelo -¿Estos animales se empachan con masas?-
-¿Cómo con masas?- Dije
intrigado
-¡Sí! Lo que pasa es que
el panadero Fernández siempre me trae productos que le sobran. Algunas masas
están buenas y las comemos nosotros, pero otras se las doy a los chanchos. Ayer
a la mañana, Lanita se metió en el galpón y me comió algunas cositas-
-¿Pero cuantas cositas
se comió?-
-¡Y! ¡Mirá! Se comió
cuatro docenas de facturas. La mayoría tortas negras y otras con crema
pastelera. También dos tortas de 80 golpes…-
-¿Las tortas que se
hacen con levadura?- Pregunté, para completar la anamnesis.
-¡Si! ¡Esas! Y también
se pasó una pastafrola grande con dulce de membrillo ¿Te parece que podrá ser
eso?-
-¡Yo diría que si! Le
contesté demostrando mi agudeza. Le hice un buen tratamiento, y por suerte,
esta mañana el tipo me llamó muy contento, para avisarme que Lanita estaba
mejor.
Un caso novedoso de
empacho en una oveja, por consumo de confituras variadas.
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