-¡Para mí que Lucio tiene un TOC!- Me dijo Carolina
preocupada.
Estábamos los dos parados al pie de la cama en la
Unidad Sanitaria de San Manuel. Lucio estaba inconsciente, con una sonda que
goteaba suero en su gruesa vena. Lo habíamos encontrado caído debajo de
los árboles de ciruelas, en el potrero de la sierra, en la Estancia “Los Cerros”,
cerca de Licenciado Matienzo.
-¿Por qué pensás que tiene un TOC?- Le pregunté.
-¡Porque no se puede creer lo que hace! Todas las
mañanas que sale a recorrer, se va al potrero del monte de frutales, estaciona
el overo al pie de los árboles, y se pone a comer hasta que le queda la panza
como un globo ¡Se sabía que un día le iba a pasar algo así! Menos mal que
Martínez lo vio cuando se desplomaba desde arriba del caballo, completamente
pasado de ciruelas-
-¡Yo creo que vos tenés mucho psicoanálisis
Carolina! Esto no es un TOC. El problema de Lucio es su tremenda afición a las
ciruelas y nada más. En cuanto se termine la temporada vas a ver que se le pasa
todo-
Pero me equivoqué. Cuando terminó la época de las
ciruelas, el bueno de Lucio atacó los duraznos y los pelones, y después siguió
con las manzanas. Hasta que Carolina lo despidió, cansada de traerlo a San
Manuel a que lo curaran, cuando los atracones eran demasiado fuertes ¡Capaz que
era un TOC nomás que lo hacía comer fruta hasta reventar!
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