Si hay un tipo inservible y despelotado, ese es
Gerardo “tucu” Morales. Por eso nadie entendió las razones por las que lo
metieron en la Comisión Cooperadora del colegio. Tal vez se debió a que es
simpático.
El año pasado quedó a cargo de organizar la “pollada”
del sábado 22 de septiembre. Una venta masiva de pollos asados, para recaudar
fondos para la escuela. Se vendieron casi doscientos animales en la semana
previa y el tucu, desorejado como siempre, recién el viernes anduvo a las
apuradas, comprando la cantidad necesaria en las tres carnicerías del pueblo.
Hasta ahí llegó su esfuerzo. El sábado, a las 10 de la mañana, se dio cuenta
que no había quien hiciera el trabajo con las parrillas, entonces llamó de
urgencia al peludo Martínez, que por suerte tenía el día desocupado.
-¡Che peludo!- Le dijo el tucu – ¡Tenés que
cocinarme unos pollos en la escuela 15! ¿Podés ir ahora?-
-¡Dale! ¿Son muchos? ¿Ya tenés el carbón?-
-¡No! Son unos pocos. Pasá por lo del tío Lucas y retira
el carbón a nombre de la Cooperadora-
El peludo pasó por el almacén, sacó dos bolsitas de
carbón, y se fue para la escuela cerca de las once. Cuando llegó, se encontró
con algunas mujeres que estaban abriendo y adobando los doscientos pollos en
cuestión y como es natural, se calentó hasta los huesos.
-¿Pero este tucu es loco?- Preguntó - ¡Me dijo que
eran unos pocos pollos! No semejante cantidad ¡Listo! ¡Ahora que se embromen!
Yo voy a hacer lo que pueda-
Acomodó todos los pollos en cuatro parrillas muy
grandes y prendió el pequeño fuego en un rinconcito. El calor llegaba a cocinar
unos 6 o 7 animales. El resto estaba blanco como un papel cuando a las 12, empezaron a llegar los compradores a retirar su mercadería. También llegó el
tucu. Y presionado por la gente, se fue corriendo hasta el mercado y retiró
otras veinticinco bolsas de carbón. Entre hacer el nuevo fuego y cocinar los
pollos se hicieron casi las tres de la tarde. La gente, con paciencia de
pueblo, improvisó otro almuerzo y fue a la tarde a buscar su comida a la
escuela. Y en casi todas las casas de San Manuel, el domingo almorzaron pollo
asado.
-¡Al final no salió tan mal!- Se defendió el tucu el
miércoles siguiente, en la reunión de Comisión, donde hicieron el balance de la
pollada. De todas maneras. Nunca más le encargaron tarea alguna. Solo lo ocupan
para barrer y acomodar las sillas, cuando hacen baile en el Club.
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