Este es el toro. Ya sedado, higienizado y listo para operar
Aquí estamos disecando el quiste
Esta era la masa carnosa que había que retirar.
Y por fin lo vemos a Panchito listo para volver a retozar entre sus vacas.
Pancho es un toro Angus negro imponente. Pesa unos
1000 kg y se pasea muy orondo por el rodeo desde hace tres años. Amo y señor de
un buen lote de vacas. Pero a pesar de ser tan impresionante, desde hace dos
temporadas, Paco, otro toro negro, vive molestándolo. Se pelean continuamente,
en interminables topadas y cabezazos. Tantas veces se golpearon, que a Pancho
le creció un tremendo quiste sobre el hueso frontal, al que decidimos quitar en
una bonita operación estética.
Una vez que Pancho estuvo agarrado en el cepo y
sedado, comencé las maniobras de extracción, mientras el tipo me hablaba bajito
para que nadie nos escuchara:
-¡Diga dotor! ¿Está seguro de lo que va a hacer?
Mire que yo con eso puedo vivir tranquilamente-
-¡Ah bueno! ¡Parece que al señor le ha dado miedo la
operación!- Dije mientras terminaba de anestesiar la zona.
-¡No! ¡Miedo no! ¡Es solo impresión! ¡Pero le tengo
fe! ¡Además! No veo la hora de que me saque esa caperuza de la cabeza. Cada topetazo
que nos damos con ese podrido de Paco, me hace ver las estrellas-
-¡Bueno Pancho! Vos cerrá los ojos y quédate tranquilo,
que en un ratito vas a estar listo-
Y así fue nomás. En menos de media hora ya había
sacado aquella masa, que pesó casi un kilo, y terminaba de suturar prolijamente
la herida. Al mes siguiente fui al campo para ver como andaba y el gran animal
me saludó alegremente meneando la cola y revoleando las orejas. Ya casi no
quedaban rastros de la sutura. Contento con el resultado, le tomé dos o tres
vasos de cerveza helada al propietario, para festejar el éxito de la operación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario