Faltaba un buen rato para que comenzara el último
partido de Boca, y mientras limpiaba la camioneta, escuchaba la transmisión de
Radio Mitre. Las previas a los partidos suelen ser interminables, y los
locutores y relatores tratan de rellenar el espacio con cualquier cosa. Esta
vez se pusieron a hablar de las habilidades para las tareas caseras. Pero me
llamó la atención uno de ellos que afirmó, como una gracia, que no sabía hacer
nada en la casa. Obviamente dijo no saber cocinar ni un huevo duro, tampoco
saber lavar ropa y planchar, o barrer y lavar los pisos. Dijo que tampoco sabía
tender una cama, o cambiar una lamparita de luz. Nada de nada ¡Un inútil total!
Hace unos pocos días, un cronista de un canal de
televisión, salió con un médico a chequear la contaminación ambiental con un
nuevo aparatito, y lo comparaba con la que se encontraba en un inodoro. Así fue
que descubrieron, por ejemplo que en la baranda de un tren hay una
contaminación equivalente a unos veinte inodoros. Y todo fue en ese sentido.
Me quedé pensando en la gravedad de los mensajes
largados en los medios sin ningún criterio. Entiendo que en esta era de la
comunicación todo se publica, se comenta, se difunde y se hace público, pero
creo que la función de los medios es actuar sabiendo que cualquier cosa que
digan o hagan, será tomada por muchos como una santa verdad.
No me parecería raro que cuando una madre le pida a
su hijo/hija que haga la cama, si este estuvo escuchando al locutor de Radio
Mitre, le conteste muy suelto de cuerpo que se le hace imposible la tarea, o
que no nació para eso.
Como tampoco me parece raro que una parienta, desde
el día que vio ese informe en la tele, lave concienzudamente las latas que trae
del mercado antes de almacenarlas “porque tienen más inmundicia que los
inodoros”, sin saber que el 99% de las bacterias que se encuentran en el
ambiente son banales y que nuestros cuerpos precisan estar en contacto con
ellas para crear buenos anticuerpos.
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