No escribo estas columnas con opiniones, con otro
fin que el de aclarar mis propios pensamientos. No pretendo bajar línea y mucho
menos influir en alguien. Lo que me pasa, es que frente al ruido permanente de
los medios, con miles de declaraciones de políticos y opinadores, que aseguran
sin que les mueva un pelo, cosas completamente distintas a lo que decían poco
tiempo atrás, trato de mantener el eje, escribiendo sobre mi visión de la
realidad.
En una nota de hace algunos meses, puse que sentía
que este gobierno había sido una bendición para el país. Y sigo pensando lo
mismo. No solo porque permitió sacar al montón de delincuentes que saqueó
nuestra patria durante años, sino porque veía gente honesta, trabajadora, con
buenas ideas en todas las materias en que se pronunció, capaz de aprender de
sus propios errores y admitirlo, y con una visión del futuro del país que
comparto con entusiasmo.
En cuatro años se han hecho grandes cosas, a pesar
de estar en franca minoría en ambas cámaras del Congreso, trabajar con un Poder
Judicial corrompido y artero, y tener una oposición con alevosa mala fe.
Se estimuló la producción agropecuaria, se sentaron
las bases para que haya inversiones en energía e infraestructura, se libró una
lucha enorme contra las mafias sindicales y policiales, y contra las bandas de
narcos, se hicieron obras largamente postergadas, se mantuvo una inquebrantable
libertad de prensa, incluso dando espacio en medios oficiales a gente dañina y
manipuladora, y tantas otras cosas.
Hay mucho más para hacer. Todavía somos un país con
una economía inestable, débil frente a los corruptos y desestabilizadores, con
frágil memoria, con la justicia colonizada por inescrupulosos, con una mayoría
parlamentaria que resiste los avances necesarios como la nueva ley electoral, o
el nuevo código penal, y que se opone y traba los buenos proyectos solo por
especulación política.
Pero va lindo. Ojalá sigamos para adelante.
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