jueves, 12 de agosto de 2021

La hiena y el buey


La hiena corrió sin parar, hasta casi desaparecer de los lugares que solía frecuentar. Estaba lastimada, débil y sin salida aparente. Después de tantos años de someter a cuantos la rodeaban, y de enriquecerse a costillas de los que decía representar, el viento se le puso en contra. Ya no era la líder. Los animales de aquella comarca se habían liberado.

Pero las hienas son tenaces. Se refugió en una de las enormes cuevas que le habían construido en su época de esplendor, y planeó su venganza con paciencia y hondo rencor. Pensó cada paso. Y antes de la gran asamblea anual de los animales, llamó discretamente al buey insolente que la había desprestigiado, y le propuso ser el nuevo rey de la comarca. Ella, la hiena traicionera, solo sería su modesta asesora.

El buey, entusiasmado hasta el límite del entusiasmo, con el inesperado ofrecimiento de quien fuera su enemiga, aceptó de inmediato y, aprovechando el trabajo de desprestigio permanente de los militanimales sobre los felinos gobernantes, fue coronado por los siguientes cuatro años.

Y empezó una nueva historia. El pobre buey pronto mostró que el puesto le quedaba grande, y se sucedió un tropezón atrás de otro. Al principio los animales más cercanos lo alentaban, pero poco a poco se fue quedando solo. La hiena lo sacudía cada vez más fuerte, hasta que pronto el viejo buey se entregó mansamente a su destino y claudicó.

Los animales de la comarca, cansados de tiranos y mentirosos, decidieron sacudirse por fin el yugo de la hiena vieja y el inútil buey, y en un arrebato de furia definitiva, corretearon a toda la antigua casta hasta los confines de la selva.

Les costó mucho trabajo volver a organizarse y reconstruir el reino. Pero con paciencia, esmero y dedicación, lograron hacer un buen lugar para vivir. Los admiradores de la hiena, de a poco se fueron convenciendo de las bondades de la nueva sociedad, y en una o dos generaciones, aquel oscuro episodio de la vida animal, se transformó en un mal recuerdo.   

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