sábado, 29 de agosto de 2009

Lugano Brondi - El accidente

Y como les contaba...
La vaquillona siguió la carrera hasta unos arbolitos y el roce de las ramas hizo que por fin Lugano cayera al suelo bañado en sangre. Nadie sabía bien que había pasado. Los corrales se perdían en una nube interminable de tierra caldeada por los calores del verano. Hasta el Río Uruguay llevaba poca agua. Los perros siguieron ladrando y mordiendo al animal, que en su furiosa escapada, se perdió en el monte.
¡Y por fin lo vieron! Cuando la tierra se aplacó un poco, Eber Mendoza pegó el grito -¡Lo mató al doctorcito!- Todos corrieron hasta donde estaba Lugano tendido, sin dar señales de vida, y con el pecho terriblemente desgarrado por la cornada. Barragán, el encargado, un hombre duro y decidido se hizo cargo del asunto. Con dos gritos organizó la cosa. Aunque Lugano parecía muerto, pensó llevarlo enseguida al pueblo.
Torrent estaba un poco mas cerca, pero como tenía un solo doctor, y a veces se iba de viaje, creyo que era mejor hacer 20 kilometros más hasta Alvear. Le pidió a Mario Refojo que sacara la camioneta del galpón y se la trajera a la manga, mientras él limpiaba con cuidado la herida echandole agua fresca.
¡Pobre chico! Pensaba ¡Y como se van a poner mis hijas cuando se enteren! Se dió cuenta que tenían que avisar enseguida a los padres de Lugano.
-Ramón- Llamó
-Si patrón-
-Andá corriendo a mi casa y decile a la Alicia que busque el teléfono de los padres del muchacho. Está en un papelito arriba de la heladera. Decile que los llame a su pueblo, creo que es Gonzalez Chavez, y les diga que Lugano tuvo un accidente y nada más. Que no los asuste demasiado pobre gente-
Al ratito llegó Mario con la camioneta. Entre los dos cargaron a Lugano y ahí fué que sintieron con alivio que respiraba, un poco por la boca y otro poco por el agujero del pecho.
-¡Está vivo!- Gritó Barragan animando a todos -Ustedes larguen la hacienda que nosotros vamos a llevarlo hasta Alvear-
Salieron envueltos en tierra por la huella despareja que terminaba en la ruta entre Torrent y Alvear. Barragán, hombre muy campero y de a caballo, no era un buen piloto. En verdad no manejaba casi nada porque no le gustaba. En la caja iba Mario, cuidando al herido acostado a lo largo.
Cuando llegaron a la última curva, Barragán pegó un volantazo, y las ruedas se deslizaron por la tierra suelta. Nunca se supo cuantas vueltas dieron. Cuando los encontraron, la camioneta estaba destrozada. Barragan había muerto apretado en la cabina y el cuerpo de Mario quedó como a 100 metros, entre unos pajonales.
A Lugano, por mas que lo buscaron, primero la gente de la estancia y despues la policía, no pudieron encontrarlo mas...
Continuará

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