sábado, 13 de febrero de 2010

Y en el otro rincon... ¡El elefante!

La entrada anterior en la que contaba los lances amorosos del león, provocó algunos comentarios personales y montones de chistes relacionados, pero como la naturaleza es generosa y siempre compensa algunos excesos, allí está la menguada, a nuestro criterio, actividad sexual del elefante.
Las elefantas tienen un período de gestación de alrededor de 18 meses. Una vez que pare, mamá elefanta se dedica con esmero a atender a su cría, así que por seis a ocho meses se olvida del sexo y la reproducción. Esto hace que, con suerte, una vez cada ¡Dos años! se dedique al noble deporte del apareamiento.
El soberbio y altanero macho espera que te espera, que de sus diez o doce nenas, alguna tenga ese bonito instante en que lo acepta y así, el gigantón, tiene unas 10 a 12 alegrías en dos años.
Y no todo termina ahí. Es tan grande y tan pesado su cuerpo, que no puede darse el lujo, como el cerdo, de estar mucho tiempo sobre su amada. Sus patas traseras no lo soportarían. Entonces el barba lo ha provisto de un ingenioso dispositivo sensitivo-motor en su pene, que hace que este se mueva, perciba las humedades de la hembra y cumpla su cometido en forma casi autónoma y rapidísima. Con decirles que el pobre elefante debe esperar veinticuatro meses para gozar solo uno o dos minutos.
¡No hay nada que hacer! Siempre hay alguno que esta peor...

1 comentario:

  1. Yo tengo un elefante que se llama trompita que mueve las orejas llamando a su maita y la mama le dice portate bien tropita sino las chicas no te daran bolilla....,ja,ja,ja.

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