Cuando
la mujer de Juan Sosa se fue a vivir con otro a Mar del Plata los que lo
conocemos pensamos que el pobre Juan no iba a aguantar mucho tiempo solo en ese
campo. Es el único empleado en un establecimiento que está cerca de Napaleofú. Allí
crían vacas Angus, hacen engorde a corral y además, destinan parte de la tierra
a la agricultura. Hay mucho trabajo. La casa del empleado está en un borde del
monte. Tiene un largo corredor al costado, cerrado con una planta enredadera,
que en verano da un buen fresco para tomar mate a la siesta, mirando las
sierras a lo lejos.
A
la mujer de Juan se le calentó la muela con un vecino. Anduvieron a escondidas
un tiempo, hasta que se destapó el asunto y la tipa cargó sus cosas y se mandó
a mudar bien lejos. Además se llevó los dos chicos con ella. La casa quedó
vacía y Juan deshecho. De esto harán unos cuatro años. En ese tiempo lo vi
varias veces por trabajo y se lo notaba muy mal. Un día me dijo que había
pensado colgarse de una planta, pero que no lo hizo por los chicos. Y siguió
firme. Aguantando los fríos del invierno, los calores del verano, las miradas
lastimosas de la gente del pueblo y las preguntas indiscretas de las viejas
chusmas.
Primero
volvió el varoncito a vivir con él. Lo anotó en la escuela de Napaleofú y ya empezó
a acomodar un poco el carro. Y el año pasado se vino la nena.
Ahora
Juan anda atareado todo el día entre la atención de los animales y la de sus
hijos, pero está contento. Se ríe. Anda chiflando bajito. Los chicos lucen
prolijos y aseaditos y la casa ordenada y limpia. Ya se está empezando a
preocupar por lo que le va a costar mandar a su hijo Ramón a estudiar. Piensa
en pedirle permiso al patrón para tener dos o tres vacas y así agarrar alguna
plata extra, pero cuando se imagina que Ramón puede llegar a recibirse de
agrónomo y Clarita de maestra, la cara se le ilumina.
-¡Todo
lo que le pido a Dios es que ellos tengan más suerte que yo, dotor!- Me dijo
ayer.
Y
será nomás porque ando medio sentimental que se me hizo un nudo en la garganta
y pensé en cuanta dignidad hay en ese hombre.
Felicitaciones por los libros editados. Reconozco en esos libros al autor costumbrista que nos hace posicionar en cada uno de los relatos de la zona, y éste en particular,como si fuéramos protagonistas.
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