viernes, 24 de enero de 2014

Frenesí diagnóstico

Mas vale tarde que nunca.
En estos días escuché que una corriente cada vez mayor de médicos y profesionales de la salud, cuestiona la enormidad de análisis, pruebas, estudios y chequeos a los que se someten los humanos que tienen el dinero para hacerlo, o la obra social que los ampara.
Se ha entrado en un frenesí diagnóstico.
Y buscamos y rebuscamos en nuestros cuerpos, hasta encontrar aquello que se aparta de los valores normales para actuar en consecuencia, sin tener en cuenta que los valores normales obviamente son mayoría, pero que hay parámetros que se apartan del promedio, sin que necesariamente el sujeto esté enfermo ni tenga molestias.
La idea sería algo así como: “todo en su medida y armoniosamente” o, mejor aún, para no dar una connotación política a la reflexión, se podría concluir con: “ni tanto ni tan poco”.
Algunos de estos procederes se han trasladado a los animales. No son pocos los que vienen a la veterinaria con algún perro para una consulta.
La rutina es mas o menos así:
-¿Cómo anda fulanito? ¿Y que es lo que tiene su perro?-
-¡Nada!-
-¿Cómo nada?- Pregunto yo, mientras pienso si me estará tomando el pelo, ya que la mascota, efectivamente, luce de lo mas saludable.
-¡No tiene nada doctor! Solo quiero que lo vea para que me diga si esta bien-
Yo miro de nuevo al perro, le digo que esta bien y el tipo se va de lo mas contento, con la confirmación de lo evidente. Su perro no tiene nada.
Desde ya que hay gente que hace todo lo contrario. Así me pasó con Gustavo Mendez. Un hombre bien campero que me trajo su perro Collie cuando hacía más de un mes que no podía defecar. Tuve que operarlo y sacarle 60 centímetros de intestino con una masa fecal dura como una piedra. Cuando le pregunté por que no lo había traído antes, me contestó:
-¡Que se yo Spinelli! Pensé que se iba a mejorar solo y por eso no quise venir a molestarlo al pedo-



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