Llueve.
Estoy sentado en la oficina de la veterinaria. Hago informes y termino papeles.
Al lado la radio. Un locutor aparece en las noticias de las 3 y media de Radio
Mitre y, entre otras cosas, anuncia que pronto se va a tratar un proyecto de
ley para prohibir las carreras de galgos en todo el país.
-¡Ah!
¡Bueno!- Me sale con toda la voz.
-¿Qué
pasó?- Pregunta Juan, que está haciendo una ovariectomía a una gata, en nuestro
bonito quirófano.
Me
paro, agarro el termo y el mate, y me voy a contarle.
-¿Podés
creer? Van a tratar un proyecto de ley para prohibir las carreras de galgos en
todo el país. Parece que consideran que es muy traumático para los perros,
hacerlos correr detrás de una liebre artificial-
-¡Que
boludez!- Dice Juan mientras termina de ligar el ovario derecho de una gatita
blanca.
Nos
empezamos a reír y a enumerar cosas que deberían prohibir hacerles a los perros.
-¡Escuchá!
Tendrían que prohibir tener perros a quien no tenga por lo menos 200 metros
cuadrados de patio con tierra-
-¡Muy
bueno! Y tampoco permitir que usen a los perros de verdad como juguetes, poniéndoles
cualquier ropa encima, festejándoles cumpleaños, organizándoles sepelios
delirantes o teniendo sexo enfermo con ellos- Nos quedamos un rato en silencio,
pensando en el perro Dálmata que atendimos hace pocos días, con lesiones que no
pudimos explicar, hasta que supimos que había sido violado por un vecino.
-¡Y
bueno!- Dijo Juan entonces -¡También los veterinarios tendríamos que dejar de
ser parte del enorme circo que se ha hecho con las mascotas! ¿O no?-
-¡Tenés
razón! Nosotros también somos un poco culpables de todo esto. Inventando
necesidades donde no las hay. Siempre persiguiendo el lucro. Buscando la manera
de ganar plata con cosas superfluas, que hacemos aparecer como indispensables.
Limpiando dientes con ultrasonido en lugar de recomendar que un perro tenga
siempre un buen hueso a mano para roer, desarrollando tremendas cirugías
ortopédicas, cuando los canes se recuperan de casi cualquier fractura con una
buena contención, haciendo oftalmología carísima y de primera clase, para que muchos
perros viejos puedan vivir uno o dos años más sin esas molestas cataratas, como
si un perro no pudiera cumplir todas sus funciones aún sin una visión
excelente-
-¡Es
cierto! Dijo Juan. Pero ya es tarde. El circo está instalado y en marcha. Las
carreras de galgos son solo una pequeña parte de ese circo. Y no tienen nada de
malo. Al contrario. Esos perros son verdaderos atletas y así se los trata-
-¡Tenés
razón Juan! Tal vez toda esta movida se deba a que esa actividad, y la gente que la realiza, sea muy poco “cool”
para tantos ignorantes que, a la naturaleza, solo la conocen por la tele y a través
de las fotos de sus computadoras-
-¡Che
Pa! ¿Y si seguís con tu trabajo? ¡Me parece que estas un poco delirante!-
Me
volví con el mate a la oficina y a mis cosas. Los días de lluvia son así.
Hola Jorge, es cierto lo que dicen, totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarY si fuera así tembién deberian prohibir las carreras de caballos, los torneos de salto, los partidos de polo, de pato, las jineteadas (que ya en varias oportunidades han querido prohibirlas) y quien sabe que otra cantidad de eventos de los cuales estos animales son parte de ello.
Pero es como vos decis, muchos de estos personajes no tienen ni idea o talvez no tengan nada que hacer....
Hola Jorge, es cierto lo que dicen, totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarY si fuera así tembién deberian prohibir las carreras de caballos, los torneos de salto, los partidos de polo, de pato, las jineteadas (que ya en varias oportunidades han querido prohibirlas) y quien sabe que otra cantidad de eventos de los cuales estos animales son parte de ello.
Pero es como vos decis, muchos de estos personajes no tienen ni idea o talvez no tengan nada que hacer....