El schistosomus reflexus, con patas y manos apuntando para el mismo lado, tal como se presentó en la vaca en el momento del parto.
La lechera recién operada ¿Le ven la sonrisa y las ganas de charlar en la mirada?
Sonó
el teléfono temprano.
-¡La
cosa viene complicada Jorge! Tengo a la lechera que no puede parir. Le metí la
mano y toqué cuatro patas y la cabeza del ternero- Me dijo Ignacio preocupado
-¿Puede venir?-
-¡Quedate
tranquilo Ignacio! En un ratito salgo para allá-
En
media hora estábamos en medio de un potrero de pastura de casi 80 hectáreas. Ya
la parturienta estaba en el suelo, e Ignacio la había maneado prolijamente. Me
puse el mameluco, las botas de goma y un guante largo para revisarla.
Asomando
por los labios de la vulva aparecían cuatro pezuñas, y algo más profundamente,
se podía palpar el hocico del ternero con la lengua afuera ¿Serían mellizos?
¿Sería un solo ternero totalmente arqueado que presentara sus cuatro
extremidades juntas?
Estuve
un buen rato tratando de acomodar algo, pero fue imposible, así que decidimos
hacer una cesárea. Pronto quedó despejado el misterio. La pobre vaca tenía
dentro una gran anormalidad, llamada científicamente Schistosomus reflexus, en
la que el pobre ternerito, en su desarrollo intrauterino, en lugar de mantener
sus vísceras encerradas dentro del abdomen, tiene separadas las paredes del
mismo, y todo el contenido, hígado, riñones, intestino y demás, cuelga
libremente.
-¡Que
porquería!- Dijo Ignacio, que seguía atentamente toda la maniobra -¿Y tendré
que degollar a la vaca?-
-¿Y
por qué la vas a degollar Ignacio?- Le pregunté intrigado.
-¿Y
qué se yo Jorge? ¡Por ahí tiene un mal contagioso y las demás me empiezan a
largar terneros como este!-
-¡No
te preocupes hermano! ¡La pobre vaca puede seguir viva! No es peligrosa para
nadie-
En
ese momento sentí que la lechera me tocaba suavecito la bota con su pata
derecha. Me volví para mirarla y la vaca me guiño el ojo de manera cómplice.
Entendí que estaba agradecida.
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