Nuestra última foto
Hoy
me levanté a las cinco y media. En estos días me despierto solo y me dan ganas
de empezar a moverme temprano. Enseguida arranco con mis pequeñas rutinas que
terminan con el mate en la oficinita, la radio con las noticias y los primeros
papeles.
Antes
de abrir la puerta de la veterinaria, entre dos luces, vi la sombra de mi gato
Tiger que se descolgaba desde el techo.
-¿Que
andas haciendo amigo?- Le pregunté, sorprendido de que ya anduviera afuera de
la casita del árbol donde pasa la noche.
-¿Cómo
amaneciste Jorge? Estaba tratando de ver si desde allá arriba podía pescar algo
del movimiento que hay en la Iglesia, donde lo están velando al Padre. Hoy va a
ser un día bravo ¿No?-
-¡La
verdad que sí! ¡Se nos fue otro grande de San Manuel! Hace unos días Manolo y
ahora le tocó al Padre Julio ¡Que personaje Tiger!-
-¡Mirá!
Lo único que supe de él, es que se preocupaba mucho por un montón de compañeros
míos de la calle que alimentaba diariamente-
Inevitablemente
me sonreí, recordando los 15 o 20 gatos que el Padre atendía todos los días. Se
acercaban solo a comer, pero era imposible agarrarlos cuando teníamos que
hacerles alguna curación con Juan.
Seguía
con la mano en el picaporte cuando Tiger me propuso: -¡Decime en diez palabras
las cosas que más te impresionaron de él!-
Y
me salió como un rosario: -Austeridad, tenacidad, sencillez, dureza,
discreción, laboriosidad, astucia, rebeldía, soledad y entrega-
Creo
que las dije demasiado rápido porque Tiger se quedó en silencio un rato largo.
Por fin reaccionó y dijo: -¡La última! ¿Y una imagen con la que te quedás?-
Tuve que revolver en mi cabeza entre mil cosas guardadas en estos 34
años de compartir la vida en el Pueblo.
-¡Ya
sé! Hace un tiempo surgió la idea de hacer el Vía Crucis Viviente en el
Calvario del Cerro El Toro y me encargaron el asunto. Fue un enorme trabajo con
casi 50 personas actuando. En un terreno escarpado, difícil; a plena luz del
día, lo que nos dejaba menos posibilidades artísticas con la luz artificial; y
con la escena y los espectadores en movimiento lo que implicaba otro desafío.
Hubo que poner a punto muchos detalles y movilizar un montón de gente, pero salió
redondamente. Sobre todo el momento en que Jesús es izado, sufriente, clavado en
la enorme cruz de madera. El efecto de la imagen, la luz del sol escondiéndose,
que pegaba detrás de los artistas allá en la punta del cerro, la música grave y
pesada y el silencio profundo de todos los que allí estábamos, fue tremendo-
Mientras
esto sucedía, alcancé a ver al Padre Julio, arrodillado al pie de la cruz,
entre los que representaban al pueblo de Israel. Tenía la vista clavada en el
Jesús y lloraba como un chico. Quien sabe las cosas que pasarían en su mente y su corazón. Muchos lo vimos, y esa emoción se contagió de
tal forma, que el momento tuvo algo inolvidable. Pocas veces se lo vio llorar.
Esa fue una-
Nos
miramos con Tiger. Yo entré en la veterinaria y él siguió con su recorrida
mañanera.
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