miércoles, 7 de octubre de 2015

El Padre Julio

Nuestra última foto

Hoy me levanté a las cinco y media. En estos días me despierto solo y me dan ganas de empezar a moverme temprano. Enseguida arranco con mis pequeñas rutinas que terminan con el mate en la oficinita, la radio con las noticias y los primeros papeles.
Antes de abrir la puerta de la veterinaria, entre dos luces, vi la sombra de mi gato Tiger que se descolgaba desde el techo.
-¿Que andas haciendo amigo?- Le pregunté, sorprendido de que ya anduviera afuera de la casita del árbol donde pasa la noche.
-¿Cómo amaneciste Jorge? Estaba tratando de ver si desde allá arriba podía pescar algo del movimiento que hay en la Iglesia, donde lo están velando al Padre. Hoy va a ser un día bravo ¿No?-
-¡La verdad que sí! ¡Se nos fue otro grande de San Manuel! Hace unos días Manolo y ahora le tocó al Padre Julio ¡Que personaje Tiger!-
-¡Mirá! Lo único que supe de él, es que se preocupaba mucho por un montón de compañeros míos de la calle que alimentaba diariamente-
Inevitablemente me sonreí, recordando los 15 o 20 gatos que el Padre atendía todos los días. Se acercaban solo a comer, pero era imposible agarrarlos cuando teníamos que hacerles alguna curación con Juan.
Seguía con la mano en el picaporte cuando Tiger me propuso: -¡Decime en diez palabras las cosas que más te impresionaron de él!-
Y me salió como un rosario: -Austeridad, tenacidad, sencillez, dureza, discreción, laboriosidad, astucia, rebeldía, soledad y entrega-
Creo que las dije demasiado rápido porque Tiger se quedó en silencio un rato largo. Por fin reaccionó y dijo: -¡La última! ¿Y una imagen con la que te quedás?-
Tuve que revolver en mi cabeza entre mil cosas guardadas en estos 34 años de compartir la vida en el Pueblo.
-¡Ya sé! Hace un tiempo surgió la idea de hacer el Vía Crucis Viviente en el Calvario del Cerro El Toro y me encargaron el asunto. Fue un enorme trabajo con casi 50 personas actuando. En un terreno escarpado, difícil; a plena luz del día, lo que nos dejaba menos posibilidades artísticas con la luz artificial; y con la escena y los espectadores en movimiento lo que implicaba otro desafío. Hubo que poner a punto muchos detalles y movilizar un montón de gente, pero salió redondamente. Sobre todo el momento en que Jesús es izado, sufriente, clavado en la enorme cruz de madera. El efecto de la imagen, la luz del sol escondiéndose, que pegaba detrás de los artistas allá en la punta del cerro, la música grave y pesada y el silencio profundo de todos los que allí estábamos, fue tremendo-
Mientras esto sucedía, alcancé a ver al Padre Julio, arrodillado al pie de la cruz, entre los que representaban al pueblo de Israel. Tenía la vista clavada en el Jesús y lloraba como un chico. Quien sabe las cosas que pasarían en su mente y su corazón. Muchos lo vimos, y esa emoción se contagió de tal forma, que el momento tuvo algo inolvidable. Pocas veces se lo vio llorar. Esa fue una-
Nos miramos con Tiger. Yo entré en la veterinaria y él siguió con su recorrida mañanera.



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