Parece
que el asunto de la cesárea de la yegua que comenté en una entrada anterior, ha
llamado la atención, porque en estos días recibí algunos correos de varios colegas
que me pidieron más datos sobre ese trabajo.
Por
eso, y siguiendo con la moda, aquí van varios “tips” para la operación cesárea
de una yegua a campo:
1) Anestesia
y analgesia: Aplicamos acepromazina endovenosa como sedante y miorrelajante, y
luego infiltramos con procaína en el área de la incisión.
2) Sujeción:
Trabajamos con el animal en decúbito lateral izquierdo. Esto contesta la
pregunta sobre la causa por la que hacemos la incisión sobre el flanco derecho,
paralela a la última costilla (ver foto en entrada anterior). Se unen ambos
miembros anteriores y se atan hacia craneal, luego se toman los dos
posteriores, sujetándolos hacia caudal. Una vez realizado el primer plano de
sutura en la pared abdominal (peritoneo y m. oblícuo interno), se juntan los
cuatro miembros, lo que facilita enormemente la sutura del segundo plano de la
pared (m. oblícuo externo) y de la piel.
3) No
hay demasiadas novedades en el abordaje del abdomen ni en la sutura. Utilizamos
catgut N° 4 para la síntesis del útero y de los dos planos de pared, y lino N°
20 para la piel. Es conveniente dejar un drenaje en la parte inferior de la
sutura de piel.
4) Medicación
complementaria. Nosotros optamos por aplicar: En el momento de la operación,
dos frascos de penicilina-estreptomicina de 5.000.000 de UI, una dosis de meglumina
de flunixin y un cardiotónico. A las 24 hs. repetimos las mismas tres cosas, y
a las 48 hs, solo las dos penicilina-estreptomicina.
5) En
el postoperatorio, es muy importante mover el animal. Tal vez más de lo que se
sospecha. Nosotros incorporamos este detalle después de un ensayo en el que
probamos la influencia del ejercicio post-castración en los equinos Hay que hacer que la yegua camine o trote por
períodos de 5 minutos, dos o tres veces por día, y además, lavar diariamente la
herida, masajeando hacia abajo suavemente.
6) La
última recomendación es la que me dio Eduardo Ramírez, cuando le tuve que
intervenir una parturienta en su campito de Licenciado Matienzo. Esa vez,
Ramirez me estuvo ayudando con el trabajo, una noche de lluvia y frío, hasta
que dejamos a la pobre infeliz operada, bien abrigada en el galpón. Cuando
terminamos, Ramírez me miró y dijo muy serio: -Después de todo lo que hemos
hecho lo único que nos queda es encomendarnos al creador-
-¡Bien
pensado!- Le conteste. Y nos fuimos para la casa a tomar una sopa caliente.
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