En los primeros tiempos de este blog, les conté de
mi amigo el petiso “cara `e guiso”, bautizado así por los nietos del dueño. Ya
han pasado más de cinco años, y el pobre ha tenido algunos achaques graves. Además,
la edad se le ha caído encima de golpe.
Hace varios meses le extirpé un tumor del prepucio y
anteayer lo volví a ver, porque tuvo la mala suerte de “agusanarse” en la
herida de la operación, es decir que las moscas bandidas desovaron allí,
atraídas por algún raspón sangrante y pronto aparecieron decenas de larvas
comiendo los tejidos de mi amigo.
-¿Cómo andás petiso?- Lo salude en cuanto lo vi. Lo
habían dejado encerrado en el corral de la manga, así que estábamos solos y
podíamos charlar tranquilos.
-¡Ya lo ve dotor! Como me picaba la panza, me estuve
rascando en un tronco cortado, y seguro que alguna astilla me lastimó allá
abajo ¡Que cagada! ¡Ahora que andaba tan bien! Eso sin contar las patas que se
me están deformando y me duelen cada día más, lo que me cuesta comer con los
pocos dientes que me van quedando, y el ruido a huesos que me hace el esqueleto
cuando me muevo-
-¡Una lástima petiso! Pero no te preocupes que esto
va a quedar de diez- Le dije mientras le aplicaba una crema curabicheras en la
herida y le daba algunas inyecciones. De pronto se dio vuelta, me miró de
frente con sus grandes ojos negros y me preguntó:
-¡Ya me queda poca cuerda! ¿No dotor?-
-¡Y!- Empecé a decir, tratando de suavizar la
noticia – ¡Ya tenés 28 años! Para un
caballo es mucha edad. De todas maneras estás muy bien-
-¡Pero no hay problemas dotor! No me preocupa ser
viejo ¡Demasiado trabajé toda mi vida! Yo le pregunto porque anteanoche,
mientras dormía parado entre el eucaliptus y el galpón, se apareció mi mamá y
estuvimos conversando un rato. Cuando se despidió me prometió que pronto nos íbamos
a ver ¡Y mi mamá fue una yegua de tiro, que se murió cuando yo era chiquito!-
-¡No se petiso! Creo que cada uno tiene su hora
escrita en algún lado ¡Sabrá Dios cuando nos tocará a nosotros!-
Lo abracé por el cuello, lo acaricié un rato y nos
despedimos. Me fui con los ojos aguachentos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario