De un lado se ubica la gente y los países más ricos
y desarrollados, y del otro la gente y los países más pobres. Desde que el
hombre se organizó en sociedad hubo diferencias. Siempre existieron minorías
que disfrutaron lujos y placeres extremos, y mayorías sumergidas, apaleadas,
esclavizadas y explotadas salvajemente.
La diferencia es que la comunicación global sin
límites, permite “espiar” todo lo que sucede, Las mayorías asisten a los grandes
festines de los poderosos, sentados en una paupérrima casilla de cartón, a
través de la tele y los medios electrónicos. Y se calientan. Ven a tipos que
hace pocos años eran empleados comunes y a los que ahora les encuentran casas,
campos, hoteles, barcos, aviones y autos en cantidades y con lujos
inconcebibles, e inevitablemente sienten que les hierve la sangre.
Y en el hervir de la sangre se hace difícil separar
a los que hicieron su fortuna trabajando o haciendo negocios en forma decente,
de los que simplemente robaron impúdicamente lo que se puso a su alcance.
Así también, hay muchos a los que les cuesta
diferenciar a los chantas que los sedujeron con mentiras, de la gente con
buenas intenciones que quiere arreglar los desbarajustes colosales que les
dejaron.
Esto pensaba a la mañana temprano, cuando escuchaba
por la radio, la cantidad interminable de paros y cortes programados por los
reclamadores seriales.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola Jorge!!!
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con lo que decís.
Entre tanto uno tiene que seguir rompiéndose el lomo trabajando mientras va rumiando la bronca y la impotencia que te genera el escuchar todo eso.
Un abrazo Jorge!!!