sábado, 20 de mayo de 2017

Un cuello averiado



Tener un cuello largo a veces es una desventaja. Casi todos los mamíferos, salvo los primates, lo tienen. Tal vez sea una adaptación evolutiva para tener más movilidad en la cabeza y mayores posibilidades de éxito en la lucha por la supervivencia.
Lo que pasa es que el cuello largo puede sufrir accidentes como torceduras, golpes, quiebres o dislocaciones, derivados de su misma exposición.
Así le pasó a esta pobre ternera.
Entró de lo más contenta a la manga para que le dieran la vacuna contra la Aftosa. Atrás de ella se vino una vaquillona grandota y peleadora que, por molestar nomás, le dio un fuerte empujón a nuestra amiga y la estrelló contra las tablas, con tanta mala suerte, que le dobló su largo y fino cogotito, sacándole las vértebras cervicales de lugar.
Nosotros sentimos el grito dolorido y en cuanto salieron al corral, nos encontramos a la ternera careta con el cuello irremediablemente torcido.

De esto ya pasaron más de veinte días. Ayer volvimos a ese campo y preguntamos por la averiada. Nos dijeron que anda bastante bien. Ya se acostumbró a comer haciendo algunas contorsiones, así que es muy posible que se salve ¡Cosas de la naturaleza!

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