-¡Che dotor! ¡Decime la verdad! ¿Alguna vez
arreglaste algo así? –Me preguntó la yegua zaina en un momento que me acerqué a
darle una endovenosa en la yugular.
-¿Por qué? ¿Tenés miedo? ¡Esto va a ser como cantar
y coser!- Le contesté en voz baja, haciendo una especie de juego de palabras
con la operación que estaba preparando. De todas maneras me parece que no lo
entendió. Los caballos son inteligentes pero no pescan nuestras sutilezas.
-¡No es que no te tenga fe, che dotor! Lo que pasa
es que me preocupa no quedar bien y no poder tener más potrillos.
-¡Mirá zaina! Lo que tenés se llama cloaca recto-vaginal
y es un desgarro de la zona perineal que se produjo durante el parto de esa
linda criatura que está esperando para mamar. Es cierto que algunos de los
primeros casos que operé fracasaron, pero también es cierto que casi todos los
hechos en los últimos años han quedado muy bien. Por eso te digo que te quedés
tranquila.
-¡Que bueno! ¡Entonces metalé tranquilo y haga las
cosas bien che dotor, que no veo la hora de pararme y correr a ver a mi
muchacho! ¿No es lindo? Me parece que cuando sea grande va a ser rosillo como el padre.
Y mientras charlábamos de todo un poco, siempre en
voz baja para que los humanos que nos miraban no pensaran nada malo, le reparé
las partes traseras a la zaina de la mejor manera.
Veremos cómo evoluciona en la próxima visita que le
voy a hacer dentro de algunos días.
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