En San Manuel pasan cosas increíbles. Una de ellas
es la historia del gallo Ramón. Fue criado por Delmiro Martínez, y pertenecía a
la tremenda raza de aves Rhode Island Red. Este hombre fue un enorme aficionado
a la cría de aves de raza, y sacó innumerables premios con ellos en distintas
exposiciones del país.
Pero Ramón fue un animal que se destacó no solo por
su hermosura, sino también por su ingenio. Las gallinas jóvenes y viejas hacían
fila para hacerse pisar por tan tremendo macho, y el tipo disfrutaba
humildemente de su fama.
Un día entre los días de 1992, Delmiro cerró con
descuido la jaula de Ramón, y el valiente salió de recorrida por la granja y
los alrededores. Tanto caminó y exploró, que de pronto se vio en un lugar que
no conocía. El miedo no cabía en su enorme corazón, pero una extraña inquietud
lo preocupó. De pronto, vio venir hacia él, a paso firme, a un zorro de la
especie de los traidores. Con un ágil salto, Ramón se trepó a las ramas de un
pino, y ahí se quedó quietito.
El zorro se acercó al árbol, y saboreando de
antemano su presa, lo saludó atentamente:
-¡Buen día hermano gallo! ¡Qué alegría verte
paseando por estos lugares! ¿Por qué no bajás a charlar un rato en este lindo
pastizal?-
Ramón, conociendo las astucias del malvado, se
mantuvo erguido, con la vista fija en el horizonte y sin contestarle.
-¿Qué pasa mi amigo? ¿Acaso estás mudo? Quiero
contarte lo que se decidió en la última asamblea de los animales del pueblo-
Ramón nada.
-¡Está bien! ¡Te lo cuento! Resulta que el
presidente Puma, ha promulgado una nueva ley, con el apoyo de los zorros, las
mulitas, los peludos y los ciervos. Es una ley de maravillas, que busca que los
animales seamos más felices, y dispone que todas las mañanas, los vecinos del
pueblo nos demos un abrazo y un beso para sentirnos más unidos-
Ramón miraba con sus enormes y redondos ojos negros,
al miserable que quería engañarlo, pero no contestaba.
-Y lo peor, querido gallo, es que los que no cumplan
con la nueva ley, serán ejecutados al instante-
Y entonces Ramón, fijando la vista a lo lejos, habló
por fin:
-¡Que buena es esa ley hermano zorro! Allá lejos veo
venir tres grandes perros galgos y seguramente vienen a darte un abrazo y un
beso matinal-
Al oír esto, como fulminado por un rayo, el zorro
empezó a temblar y empezó a correr en la dirección contraria a la supuesta
llegada de sus enemigos
-¿Que pasa hermano zorro? ¿A qué viene tanto apuro?-
-Lo que pasa, querido gallo, es que la maldita raza
de los perros votó en contra de la ley, y no sabemos qué podemos hacer con
ellos-
Diciendo y haciendo, el zorro traicionero se perdió
entre los arbustos, y Ramón volvió tranquilamente al gallinero. Cuando contó su
aventura, creció todavía más su fama entre sus innumerables parientes y amigos.
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