San Manuel es un pueblo que tiene casi cien años. Uno de los primeros policías que trabajó en la zona, fue un tal Juan Roldán. Correntino de nacimiento, muy avispado, machazo y con un ingenio fértil, que hizo que con el tiempo llegara a ser comisario en otros destinos.
Su primera actuación destacada en el pueblo fue el
caso Troncoso.
Resulta que Mario Troncoso era un paisano bandido,
que tenía bajo tormento a los buenos trabajadores del lugar. Un día entre los
días del año 1946, Troncoso salió por la calle que va hacia Matienzo, montando
una yegua flaca y arruinada, con un potrillo roano por detrás, más arruinado todavía
que su madre. A la altura del cementerio, se cruzó con Miguel Albarracín, que
traía su vaca lechera reluciente y feliz, con su ternera de dos meses. Al
cruzarse, los inocentes animalitos se pusieron a jugar, olfatearse y darse
cariñosos manotazos con sus flojas pezuñas. Entonces Troncoso desmontó, le puso
una soga al cuello a la ternera y le dijo al desconcertado Albarracín, que no
lo molestara más con ese potrillo flaco y lo dejara seguir viaje con su
ternera, hija de su buena yegua.
Atormentado por el miedo que infundía Troncoso,
Albarracín no dijo nada y siguió su camino hasta el pueblo, donde se apersonó
en el destacamento policial, a presentar su denuncia ante el nuevito Roldán.
Inmediatamente Roldán hizo venir a Troncoso y armó
un careo entre los dos querellantes.
-¡Digamé Troncoso! ¿Desde cuándo en este pueblo las
yeguas paren terneros y las vacas paren potrillos? ¿Usté está loco o se quiere
burlar de mi autoridad?
-¡Nada que ver oficial! Las cosas son así nomás
¿Usté es creyente?
-¡Si Señor!
-Entonces si Dios puede hacer milagros y transformar
el agua en vino ¿Cómo no va a hacer que mi yegua tenga una linda ternera?
-¡Esta bien!- Dijo Roldán y dirigiéndose a su ayudante
-¡A ver Ramirez! Traiga una bolsa de papas de la despensa y al gato barcino.
Una vez reunidos los elementos, se encaró con Troncoso
y le dijo: ¡Bueno Troncoso! Cargue esa bolsa de papas en los hombros de mi gato
barcino y haga que camine por el Destacamento.
-¡Pero eso es imposible oficial!
-¡Será que Dios no quiere entonces, igual que no
quiso que su yegua tenga una ternera! Así que ya nomás, se va a comer 50
rebencazos en el lomo, y lo voy a dejar una semana en el calabozo para que
recapacite, y usté Albarracín, en adelante volverá a tener su vaca con la
ternera, más la yegua flaca con el potrillo ¡He dicho!
Y se hizo Justicia.