Milka porque era muy perezosa, y Aurora por su avanzada edad, habían preferido tirarse al sol a rumiar en ese día caluroso. Veían a sus terneros correr y retozar envueltos en la reverberación que produce el calor sobre el campo. De pronto llegó Clara en un trotecito piolón y las saludó: -¿Como andan? ¿Tomando sol?-
-¡Muunsee!- Dijo Aurora y Milka ni contestó empeñada en triturar un pedazo de cardo regurgitado.
-¿A que no saben?- Preguntó Clara, siempre curiosa y ávida de noticias e informaciones.
-¿Que pasó?- Dijo Aurora
-¡Que vamos a desaparecer del país!-
-¿Qué?- Saltó Milka, y el pedazo de cardo se le clavó en la garganta
-¡Ah! Yo sabía que esto les iba a picar- Contestó Clara riendose con risa vacuna.
-¡No! ¡Dale! ¡No seas tonta! ¡Contanos!- La apuró Milka, mientras Aurora se paraba de golpe, electrizada con la novedad que traía la amiga.
-Lo que pasa- Explicó Clara -Es que hace un rato hablaban el ingeniero y el veterinario...-
-¡Ay! No me hagas acordar del veterinario- Interrumpió Milka entrecerrando los ojos mientras recordaba el día del tacto.
-¡Callate idiota!- La amonestó Aurora -¡Seguí Clara! Esta tonta siempre esta en las nubes-
-Lo que pasa, decían ellos, es que hay un tipo que no se como se llama, que es secretario de no sé que cosa...-
-¡Pero al final no sabés nada!-
-¡Si sé! Pero es que hablaban muy bajo y como yo soy medio sorda, no oí bien los detalles. ¡Bueno! Este tipo ha hecho tantas, pero tantas macanas con el comercio de nosotras las vacas y de nuestros parientes, que los productores de a poco nos van queriendo cada vez menos. Calculaban que en unos años mas nos terminaremos-
A Milka se le caían las lágrimas pensando en lo que contaba Clara.
¡Ah! Encima decían que en el país van a comer carne de nuestras asquerosas hermanas brasileras, y que allá hay tres veces mas vacas que hace treinta años, y no sé cuantas otras cosas horribles.
¡Estamos jodidas! Dijo Aurora
¡Ajá! Afirmó Clara
Y Milka no dijo nada porque las lágrimas le habían inundado el morro y ya no podía hablar.
-¡Muunsee!- Dijo Aurora y Milka ni contestó empeñada en triturar un pedazo de cardo regurgitado.
-¿A que no saben?- Preguntó Clara, siempre curiosa y ávida de noticias e informaciones.
-¿Que pasó?- Dijo Aurora
-¡Que vamos a desaparecer del país!-
-¿Qué?- Saltó Milka, y el pedazo de cardo se le clavó en la garganta
-¡Ah! Yo sabía que esto les iba a picar- Contestó Clara riendose con risa vacuna.
-¡No! ¡Dale! ¡No seas tonta! ¡Contanos!- La apuró Milka, mientras Aurora se paraba de golpe, electrizada con la novedad que traía la amiga.
-Lo que pasa- Explicó Clara -Es que hace un rato hablaban el ingeniero y el veterinario...-
-¡Ay! No me hagas acordar del veterinario- Interrumpió Milka entrecerrando los ojos mientras recordaba el día del tacto.
-¡Callate idiota!- La amonestó Aurora -¡Seguí Clara! Esta tonta siempre esta en las nubes-
-Lo que pasa, decían ellos, es que hay un tipo que no se como se llama, que es secretario de no sé que cosa...-
-¡Pero al final no sabés nada!-
-¡Si sé! Pero es que hablaban muy bajo y como yo soy medio sorda, no oí bien los detalles. ¡Bueno! Este tipo ha hecho tantas, pero tantas macanas con el comercio de nosotras las vacas y de nuestros parientes, que los productores de a poco nos van queriendo cada vez menos. Calculaban que en unos años mas nos terminaremos-
A Milka se le caían las lágrimas pensando en lo que contaba Clara.
¡Ah! Encima decían que en el país van a comer carne de nuestras asquerosas hermanas brasileras, y que allá hay tres veces mas vacas que hace treinta años, y no sé cuantas otras cosas horribles.
¡Estamos jodidas! Dijo Aurora
¡Ajá! Afirmó Clara
Y Milka no dijo nada porque las lágrimas le habían inundado el morro y ya no podía hablar.
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