viernes, 23 de octubre de 2009

Se aprovechan de mi nobleza

¡Y sí! Es el mejor título posible para esto que me pasó hace muchos años.
Yo era bastante nuevo en la zona y Oscar, un mecánico del pueblo, me pidió que le castrara un chancho padrillo. Lo tenía en el campo de su "socio", con el que habían comprado a medias ese animal para carnearlo entre las dos familias.
Allá fuí en mi viejo Falcon. Cuando llegué, me encontré a Miguel, el socio en cuestión, terminando de dar una mano de rastra a un potrerito de unas diez hectareas. Desde el alambrado me dijo que el padrillo estaba en el chiquero.
-¡Allá!- Indicó, señalando con el dedo un lugar como a 500 metros de la casa -Pero tené cuidado porque está con un capón que es bastante malo-
-¡No hay problema!- Contesté, y salí para el chiquero pensando que él iba a venir detras mío. Llegué, me cambié, preparé las sogas y el instrumental, y ví que Miguel se acercaba a la casa en el tractor. ¡Ah! Ahora vá a venir, calculé ¡Voy a ir adelantando algo!
Cuando me asomé al chiquero, me encontré con que el padrillo pesaría unos 200 kg y el capón otro tanto, y además, tenía unos colmillos de unos 15 cm asomando peligrosamente de su trompa (en realidad la trompa de los cerdos se llama jeta, pero no me animé a poner palabra tan grosera en estos tiempos maradonianos). El centro del chiquero era un pozo con agua donde los animales se daban sus baños de barro.
Miré otra vez para atras y Miguel estaba parado en la tranquera de la casa, tal vez mirando lo que yo hacía.
¿Será posible que este bolas no venga a ayudarme? Fué lo último que pensé antes de entrar. Por las dudas llevaba el lazo en una mano y un palo grueso en la otra. El capón se me vino al humo enseguida gruñendo feo y, en cuanto estuvo a tiro, le pegué con el palo en la cabeza para hacerle entender que no tenía que jorobar mucho. Parece mentira lo inteligentes que son los chanchos, porque siguió rezongando pero ya a cierta distancia. Y empecé a tratar de enlazar al padrillo. El bandido daba vueltas por la lagunita y yo le tiraba desde el otro lado hasta que lo pude tomar "a media espalda". La bestia empezó a gritar y saltar, el capón me hizo otra atropellada, y en el esfuerzo por pegarle y tener el lazo, me metí en el charco que me llegaba hasta las rodillas.
Ahora sí, puteando decididamente contra Miguel y parte de su inocente familia, se me calentó la sangre y con muchísimo trabajo pude terminar de castrar al puerco. La hazaña me llevó como una hora, me dejó cansado y lleno de barro, pero ahora, cada vez que lo recuerdo, agradezco que todo este asunto me ayudara a conocer que hay gente inútil y estúpida aún en el medio del campo.
¡Ah! Y en venganza, cuando me fuí, pasé en el auto al lado de Miguel, todavía parado en la tranquera y ni lo saludé. ¡Nó! ¡Si cuando me caliento soy fatal!

4 comentarios:

  1. "CHIQUERO",pozo en el medio con agua.....mmmmmmmmm,no seria que fuiste a ver a BOCA y te encontraste con esa situacion,jajajajajajajajaj!!!!!!Que cuento de chachos justo antes del clasico!!!!!!!!!!

    ResponderEliminar
  2. Al resto de los lectores del blog.
    Sepan disculpar los comentarios del señor que figura arriba. Ocurre que al ser hincha de las gallinas suele ponerse algo nervioso antes de los clásicos... Ja Ja

    ResponderEliminar
  3. JAJA, por suerte todavìa nunca me enfrente a uno de esos Cerdos con colmillos asesinos. Y doy mi pronòstico futbolero... Gana Boca 4 a 1. Aclaro que soy de Independiente.

    ResponderEliminar
  4. qué "chavón jodido"! mirá que no vas a saludar, seguro que el tipo esa noche no durmió... (de lo que se habrá reido de verte en el medio del barro) ;)
    Gana boquita dos a uno con un gol hecho por Palermo después de que la pelota le pegue en la máscara, rebote en un pocito, se desvíe en una brizna de pasto y entre en el ángulo.

    ResponderEliminar

El hombre y el teléfono

  Cualquier empleado de campo, por más rústico que aparezca, anda con su teléfono celular en el bolsillo. La mayoría de los menores de 30 añ...