martes, 24 de noviembre de 2009

Despues de tres años volvió Lugano

Les contaba antes que...
Siempre metido al medio, tuve que viajar a Tandil para sacar a Alicia de prisión y la ayudé a preparar su viaje de regreso a Corrientes ya que Lugano no daba señales de vida, mientras tanto, Susana desapareció ese día y tampoco supe de ella por mucho tiempo.
Fueron meses muy movidos los que pasé con Lugano cerca. Pero de a poco fuí volviendo a mi ritmo normal de trabajo. Llegaron otros residentes, y la historia novelesca de Brondi fué quedando en segundo plano.
Pasaron tres años de vida. Lluvias, soles, trabajos, teatro, hijos y familia.
Una mañana voy a buscar una encomienda a la Estación de Servicio donde aterriza el Río Paraná, y al salir con la caja, un tipo me llamó. Cuando me doy vuelta para mirarlo, me encontré con una persona con una inmensa barba, ropa muy sucia y desprolija, anteojos negros y un bolso raído, llevando una nena de la mano. Nunca lo había visto. Me acerqué a saludarlo y cuando se sacó los anteojos lo reconocí.
-¿Lugano? ¿Sos Lugano Brondi?-
-¡Sí!- Dijo intentando sonreir -¿Tanto cambié que ya no me conocés Jorge?-
Yo no podía salir de mi asombro. Estaba casi pelado por completo, una enorme cicatriz le cruzaba la cara desde la frente hasta la pera, pasando por la órbita vacía del ojo derecho. Seguramente se había dejado la barba en un intento por cubrir en algo tan enorme huella.
-¿Y esta nena?- Le pregunte mientras le daba unos caramelos. Parecía muy desconfiada. Estaba como ausente.
-¡Es mi hija Marina! La que estuvo en la veterinaria aquel día con Susana Alegre. Lo que pasa es que ahora esta a cargo mío porque la mamá se fué al cielo y nos mira desde una estrellita. ¿No es cierto Marina?- Dijo Lugano con ternura. La chiquita no contestó. -¡No hay caso Jorge! Quedó conmigo hace ya tres meses y no hemos logrado que hable una sola palabra-
Tenía mil preguntas para hacer. Lo de la nena, Alicia y el embarazo con el que se fué de San Manuel, el misterio de aquella enorme cicatriz, pero entendí que lo mejor era volver a cobijar a aquel muchacho que parecía cargar una cruz mas pesada y grande que el resto de nosotros.
Armamos el sucucho para que pudieran estar cómodos, y esa noche nos hicimos una tallarinada. Mientras cenábamos con algunos vinitos, Lugano empezo a dejar caer algunas historias. Despues de estar en Neuquén unos tres meses hasta sentirse mas seguro, decidió viajar a Corrientes a buscar a Alicia. Creía que la pobre había vuelto a su ciudad. Con unos pesos prestados por su amigo se tomó un micro a Cordoba. Al llegar a la Terminal, se encontró con un control policial que le pidió documentos. El tipo miró su DNI un rato largo y le dijo secamente: -¡Espere acá!- Lugano sintió renacer el pánico de los primeros días de su huida. En un impulso loco se largo a correr por lo pasillos de la terminal antes de que los otros dos policías pudieran reaccionar. Salió a la calle y se perdió en la marea del centro de la ciudad.
Continuará...

2 comentarios:

  1. hola!
    ya estoy tomando su invitación al campo, encantada iria a ganar experiencia jejej. Si aparezco dentro de unos años no me echen jajaj
    POr suerte, la historia de Lugano viene rápida, ya no sé si es real o ficción, supongo, q los escritores no pueden evitar mezclar ambas...
    Aunque, prefiero quedarme con la duda.

    Saludos!!

    Es necesario saber que paso en ese ojo, para mi fue Susana...

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  2. Doc, POR DIOSSSSSSSSS!!!!!!!!! termina esta historiaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
    jajajaja
    Un abrazo

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