miércoles, 25 de noviembre de 2009

Tractorista mal dormido


El 31 de diciembre cenamos en familia y despues nos metimos en la procesión de muchachones, muchachitas y gente un poco mayor con rumbo hacia la Villa, en Necochea. La recorrida por los boliches y los tragos interminables fueron un buen comienzo de año, pero como a las 7 de la mañana tuve que volver a casa, cambiarme, y salir a dedo para el campo cerca de Santamarina, donde estaba trabajando de tractorista en la cosecha.
El solcito de la mañana empezó a apretar mi cerebro que llevaba mas de un día sin dormir y al cuerpo castigado por los excesos.
Llegué al campo y enseguida el ruso Julián, un hombrón de casi dos metros de alto y peso incalculable, me mandó a llevar un sinfín desde el campamento donde estaban las dos casillas hasta los silos.
Tenía que pasar por una larga avenida con enormes plantas de eucaliptos a los costados. Enganché el aparato y me subí al Fiat 780. Salí despacio y tomé el camino en 2ª. El ronroneo del tractor y las sacudidas suaves me adormecieron, pero seguí resistiendo firme agarrado al volante. Llegué frente a la tranquera que estaba sobre la izquierda de la avenida. ¡Uh! ¡Que suerte! Me acuerdo que pensé ¡Está abierta! Y casi sin aflojar la marcha, doblé decidido.
El tractor pasó entre las tres filas de árboles y atravesó limpiamente el hueco de la tranquera, pero el sinfín bandido, pasó entre las plantas pero fué a dar con su rueda justamente contra un poste.
Fué casi simultaneo. Apenas pasó el tractor me dí vuelta para ver el horrible espectáculo. El sinfín, al chocar contra el palo se había levantado en el aire y allí estaba suspendido, unido al tractor por el enganche, hasta que con un crujido enorme...¡Se partió en dos!
¡Ay mamita! ¡Que momento! Paré el tractor y me senté sobre los pedazos a esperar que viniera el ruso. Yo tenía 17 años y estaba convencido que el tipo me iba a golpear, tal vez no hasta matarme para no ir preso, pero que me iba a masacrar era seguro.
Al rato sentí la camioneta que venía y el corazón se me paralizó. Ya el sueño era un recuerdo. Solo quedaba el cagazo.
Increiblemente el ruso se bajó, empezó a rodear los despojos sin decir una palabra, pateó los fierros rotos, y de pronto se volvió a subir a la camioneta y se fué a los piques a conseguir otro sinfín en Santamarina.
Y nunca mas me dijo nada. Ni siquiera cuando todos empezamos a desfilar por el escritorio al final de la cosecha para cobrar. Los de mi categoría salían con casi $ 1000 en el bolsillo. Cuando me tocó a mí me dió dos billetes de $ 50 y mirandome fijo me preguntó: -¿Está conforme Spinelli?-
-¡Si señor!- Le contesté.
Y fué así que nunca mas me dió trabajo ese buen hombre y que yo anduve seco unos cuantos meses por mi descuido.

5 comentarios:

  1. uhhhh.... la cantidad de esas que tengo!!!!!
    damajuana envuelta en bolsa de arpillera y me la vaciaba en la cabeza para no dormirme.......
    ni eso me sacaba el sueño. abrazo dotor

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  2. Muy linda leccion te dio ese Hombre,hoy tendria que ser exactamente igual!!!!!!!!Y como decia un encarcado que conoci,cuando alguno perdia alguna herramienta,no se preocupe que a fin de mes aparece!!!!!!Saludos!,Spineli esta conforme,jajajajajaj muy buena esa parte!!!!!!

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  3. JaJa...me quedo con esta parte:
    "Ya el sueño era un recuerdo. Solo quedaba el cagazo."...

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  4. Che Martín!!! ¿No es medio milagroso que no haya habido mas accidentes graves andando en esas condiciones?
    A Gastón le gustó la parte del descuento del ruso... Alguno le debe haber hecho un desastre parecido y no se le había ocurrido... Ja Ja.
    Y saludos grandes para Hernan

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  5. dios siempre estuvo de nuestro lado, porque el y nosotros sabemos lo que es trabajar con 16,17 años en la cosecha 40º y sin dormir mientras las chicas y amigos se encontraban en la playa es por eso que no hubo accidentes mas graves. jajaja

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