sábado, 21 de noviembre de 2009

Jinete al suelo

-¡Listo! ¡Ya está! Ahora tenemos que seguir el tratamiento con antibióticos durante tres días- Dijo el profesor al terminar de atender un lindo potro bayo. Los casi 50 alumnos que lo rodeabamos mientras hacía el trabajo y explicaba los pasos, nos retiramos un poco antes de que lo largaran. Lo habíamos volteado en un sector de pasto muy corto debajo de un enorme álamo. Estabamos en la antigua chacra de la Facultad. Un campito muy quebrado cerca de Tandil.
De pronto se me ocurrió que era buena ocasión para probarme en la monta y se los pedí antes de que se parara. El animal se enderezó y yo ya estaba sobre él, bien agarrado de las largas crines. Se paró con algo de trabajo y se detuvo un instante mirando alrededor a mis compañeros. Como para animarlo un poco, y creyendo que no iba a reaccionar muy fuerte, me tiré para atras y le hundí los talones en el costillar...¡Y ahí sí!...
¡Ay mamita! El bicho dió un salto tremendo y abriendose paso entre el corrillo de muchachotes que se reían como locos, enderezó para un bajo del potrero del fondo, donde corriá un hilo de agua de manantial. Iba tirando saltos y tratando de desacomodarme. Yo en esos años no era ningún flojo para el caballo, así que lo fuí aguantando. Pero como dice el refrán: "Todo lo que sube baja", y llegados el potro y yó al pedregal, el bandido se paró de golpe y me despidió como él quería. Aterricé apoyando justamente parte de la cara y una mano contra las piedras.
Como el orgullo siempre es mas fuerte, me paré en el acto y al darme vuelta, ví un montón de guardapolvos blancos que corrían hacia mí.
-¿Te quebraste? ¿Te lastimaste?- Preguntaban ansiosos algunos, y otros solo se reían.
-¡Pero que me vá a hacer ese potro flaco!- Dije como con desprecio.
Al día siguiente aparecí en la Facultad con un yeso en la muñeca izquierda y la cara deformada por el golpe. Pero como todo tiene su lado bueno, yo que soy zurdo, tuve que aprender a escribir con la mano derecha en los dos meses que tuve puesto el yeso.
¡Cosas que pasan a los vivos! Dicen en el campo.

4 comentarios:

  1. Hola!
    encontre el blog por casualidad, hace ya unos días, y realmente me maravillo!
    Estuve leyendo varias entradas muy en el anomimato, y hoy me anime a comentar =P
    En principio, no entendia la historia de Lugano, hasta q buscando pude dar con el principio y, ahora es una de las cosas q espero encontrar cuando entro.
    También me gustaron las fotos, pero en especial me gustaron los casos clinicos(sep, creo q lei todo el blog en pocos dias...)como el de la cotorra, o el de la vaca que quedo tuerta.
    Y toda esta exageración y emoción, es porque me gustaria ser algún día veterinaria - aunque recién este en primer año- y espero poder llevarlo con tanta naturalidad como lo hace usted.
    LO felicito por la página
    saludos!!
    Verónica

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  2. Gracias Verónica!!! Que bueno lo que decís. Vas a ver que es una profesión para vivir feliz (Ja Ja Aunque no faltarán los que te tiren abajo en estos años de estudiante diciendo lo contrario)
    Espero estar todavía por acá dentro de unos años para que puedas venir a trabajar un poco en el campo.
    ¡Ah! Lo que sigue de Lugano, mi vete amigo, es algo increíble pero como dicen: "La realidad supera a la ficción"

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  3. JaJa...Muy bueno Jorge...la verdad yo no lo harìa...nacì en la ciudad...y es algo demasiado peligroso para alguien como yo jaja pero la Adrenalina debe ser terrible...habrè montado a caballo unas 3 veces en mi vida...lo que se de grandes es de los libros y las clases jaja. Saludos.

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  4. ¡Y sí Hernán! Es lindo subir potros, la macana es que te descargan bastante facil . Por suerte yo crecí creca del campo, he andado mucho a caballo y hecho varios viajes largos en ellos. Tal vez sean historias para el blog.

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Un Veterinario y las Mujeres Guerreras

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