Se vino caminando raro el hombre. Era un tranco atravesado. Descangallado.
Al principio creí que canchereaba, pero ya noté que había algo mas, porque revoleaba las patas de un modo impresionante. En un paso casi ni apoyaba los talones y al siguiente se inclinaba para adelante. Y después era al revés. Se echaba para atrás y caminaba con las cuerdas.
Bien raro ese andar. Eso sí. En cuanto subió a caballo se transformó. Montó en un gateado overo que era una pintura, y se fue a encerrar el último lote de vaquillonas.
-¡Que lo tiró!- Me dijo Maidana –El pobre Ramón no puede ni caminar-
-¿Por?- Le contesté
-Los callos plantares lo tienen mal hace como un año-
Y entonces entendí todo.
Al principio creí que canchereaba, pero ya noté que había algo mas, porque revoleaba las patas de un modo impresionante. En un paso casi ni apoyaba los talones y al siguiente se inclinaba para adelante. Y después era al revés. Se echaba para atrás y caminaba con las cuerdas.
Bien raro ese andar. Eso sí. En cuanto subió a caballo se transformó. Montó en un gateado overo que era una pintura, y se fue a encerrar el último lote de vaquillonas.
-¡Que lo tiró!- Me dijo Maidana –El pobre Ramón no puede ni caminar-
-¿Por?- Le contesté
-Los callos plantares lo tienen mal hace como un año-
Y entonces entendí todo.
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