Ayer llamó Leiva para avisarme que una vaquillona no podía parir. Yo estaba ocupado en otra cosa, así que al ratito le hablé de nuevo para decirle que iba a ir Jerónimo en mi lugar.
-¡Gracias Jorge!- Dijo muy contento -¡Mañana lo llamo para ver qué hacemos con los novillos del feed lot! Ahora voy a ensillar así cuando llegue Jerónimo se la enlazo y se lo sacamos-
-¿Está lejos de la manga?- Le pregunté
-¡No! Pero la volteo en el campo y listo-
Más tarde me contó Jerónimo que en cuanto llegó, Leiva lo saludó y le dijo que lo esperara un poco nomás, que enseguida le iba a agarrar la enorme vaquillona Angus que, tal vez porque la estaban molestando durante el parto, andaba hecha una furia. En el segundo tiro de lazo la tomó limpiamente, pero una vuelta de la cuerda se le enredó en la estribera derecha, tomándole la pierna. Al tensarse, lo sacó del recado, y el pobre Leiva cayó de costado asustando al caballo que, en la disparada, fue moliendo a patadas el cuerpo y la cabeza del buen correntino. Jerónimo alcanzo a cruzarle delante la camioneta y en cuanto el caballo se paró, cortó las sogas con el cuchillo. Leiva cayó al suelo casi en las últimas. Murió al rato cuando llegó la ambulancia de San Manuel a cargarlo.
Yo lo conocí hace dos años cuando llegó a la zona a trabajar en La Palmera. Era un hombre menudo pero fibroso. Curtido. Trabajador. Sabía mucho de hacienda como todos los correntinos que andan por la zona. Siempre amable y con un chiste en la boca. Su voz gruesa era inconfundible cuando se presentaba por teléfono. Pero me impresionó un cuento que me hizo en aquellos días. Unos meses antes había tenido un feo accidente y estuvo a punto de morir. Cuando se recuperó contó que había visto la famosa luz y que había estado con los ángeles y que estos le dijeron que todavía no se tenía que ir.
¡Vaya uno a saber porqué le dieron este tiempo de regalo hasta ayer! Hay misterios en la vida y la muerte que nos sorprenden.
¡Chau amigo Leiva! ¡Ojalá esté bien!
-¡Gracias Jorge!- Dijo muy contento -¡Mañana lo llamo para ver qué hacemos con los novillos del feed lot! Ahora voy a ensillar así cuando llegue Jerónimo se la enlazo y se lo sacamos-
-¿Está lejos de la manga?- Le pregunté
-¡No! Pero la volteo en el campo y listo-
Más tarde me contó Jerónimo que en cuanto llegó, Leiva lo saludó y le dijo que lo esperara un poco nomás, que enseguida le iba a agarrar la enorme vaquillona Angus que, tal vez porque la estaban molestando durante el parto, andaba hecha una furia. En el segundo tiro de lazo la tomó limpiamente, pero una vuelta de la cuerda se le enredó en la estribera derecha, tomándole la pierna. Al tensarse, lo sacó del recado, y el pobre Leiva cayó de costado asustando al caballo que, en la disparada, fue moliendo a patadas el cuerpo y la cabeza del buen correntino. Jerónimo alcanzo a cruzarle delante la camioneta y en cuanto el caballo se paró, cortó las sogas con el cuchillo. Leiva cayó al suelo casi en las últimas. Murió al rato cuando llegó la ambulancia de San Manuel a cargarlo.
Yo lo conocí hace dos años cuando llegó a la zona a trabajar en La Palmera. Era un hombre menudo pero fibroso. Curtido. Trabajador. Sabía mucho de hacienda como todos los correntinos que andan por la zona. Siempre amable y con un chiste en la boca. Su voz gruesa era inconfundible cuando se presentaba por teléfono. Pero me impresionó un cuento que me hizo en aquellos días. Unos meses antes había tenido un feo accidente y estuvo a punto de morir. Cuando se recuperó contó que había visto la famosa luz y que había estado con los ángeles y que estos le dijeron que todavía no se tenía que ir.
¡Vaya uno a saber porqué le dieron este tiempo de regalo hasta ayer! Hay misterios en la vida y la muerte que nos sorprenden.
¡Chau amigo Leiva! ¡Ojalá esté bien!
Buenas tardes desde España Jorge, al leer esta triste historia de la muerte de Leiva al ser desmontado y de alguna manera estribado, me ha recordado una caída acaecida en un Raid Hípico, que al atravesar una cortijada, una punta de potros, al pasar nosotros al galope, se asustaron y y al ruido de estos potros, mi caballo dio una media vuelta y con mis huesos al suelo, con la mala fortuna que en el suelo y con la bota en el estribo. Momentos de angustia, pero gracias a Dios, mi caballo se quedó clavado en el sitio y como pude saque la bota del pie y del estribo.
ResponderEliminarTodo fue un gran susto, pero volví a montar y seguir galopando hacia la meta.
Mi más sentido pésame a la familia del fallecido.
Saludos de Gabriel.
http://ggjineteraid.blogspot.com/
Gracias por el saludo y el recuerdo Gabriel!!! La verdad es que fue un momento muy bravo para Jeronimo porque estaba solo con Leiva en el campo y lo tuvo en sus manos mientras se iba ¡Cosas que pasan!
ResponderEliminarUn abrazo desde San Manuel
me pone muy contento de saber q solo no era un buen padre sino un tipo querido por todos .........luis angel leiva
ResponderEliminarme siento orgullosa como hija,fue un exelente padre y un gran hombre...con su inmensa sonrisa...y todos lo recuerdan como lo que fue un tipaso... lia leiva
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