lunes, 5 de marzo de 2012

El tumor del toro

Estaba operando un gran papiloma de pene en un toro. Después de algún trabajo conseguí prepararlo bien. Ahí quedó el tipo maneado en el suelo. Exterioricé la enorme herramienta, que lucía una fea masa colorada y deforme en su glande. Después de hacer la ligadura compresiva para evitar hemorragias y anestesiar convenientemente, me puse a preparar el instrumental.
Camilo Pereira me miraba sin hablar. Nunca había visto esta operación así que no se perdía detalle del asunto. Camilo es un muchachote bien dispuesto, curioso, trabajador y con una energía inagotable, pero a veces se le va la mano con los chistes y comentarios y se gana algún reto del encargado.
En cuanto preparé todo, tomé el bisturí y una gran pinza Kocher, aseguré el tumor con la pinza y corté la adventicia del pene rodeándolo suavemente. Una vez sacada la parte más importante, fui extrayendo pequeños tumorcitos diseminados.
Y mientras yo cortaba y el pene se adelgazaba cada vez más, el toro se largo tremendo viento por el ano, entonces Camilo, sufriendo con la abstinencia de chistes en su haber, largó:
-¡Que lo parió dotor! No le afine más el bicho porque se ve que a más finura, más pedos se tira el animal-
Esta vez Acosta, el encargado, no lo pudo retar porque lloraba de la risa y repetía: -¡A mas finura mas pedos!

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