Así vestido, decíamos, y con un armamento tan
extravagante, Beto inició su carrera como “auxiliar de la justicia no
convencional”.
El remisero que lo llevó hasta la peatonal no dudo
ni por un segundo, que llevaba un pasajero a una fiesta de disfraces. Lo único
que no le gustó fue el tremendo cuchillo que Beto sacó de su cintura y colocó
prolijamente sobre su falda, para no lastimar el tapizado del auto.
Una vez en el lugar de la acción, y sin saber muy
bien cuál sería la primer hazaña, se dedicó a recorrer a tranco firme las cinco
o seis cuadras que van de la plaza al mar, ida y vuelta sin parar. Los que
todavía circulaban por la calle a esa hora ya medio avanzadita de la noche, se
sorprendían al ver semejante figura, pero increíblemente, tal vez por la altura
y el tamaño de Beto, nadie se animó a decir una palabra y menos a burlarse de nuestro
amigo.
¡Hasta que sucedió!
Llegando casi a una esquina, se empezaron a escuchar
gritos desesperados de mujer y pronto se vio lo que pasaba. Un tipo de mala
facha arrastraba a una chica de los pelos, mientras le daba patadas donde
podía. La pobre chillaba como una loca, pero los tres caminantes ocasionales que
se acercaron a prudencial distancia, se limitaron a mirar sin intervenir,
mientras se consumaba la paliza. Como una sombra, y adelantándose a Beto,
apareció una mujer policía que intimó al agresor con voz aguda, pero el guacho,
en lugar de parar el castigo, se limitó a darle una cachetada que le hizo volar
la gorra ¡Fue la gota que rebalsó el vaso!
-¿No escuchaste a la señorita, maricón?- Gritó Beto
bien cerca de la oreja del delincuente que estaba enardecido, pero se ve que no
era estúpido, porque por un momento largó los pelos de su víctima y se dio
vuelta para encarar a Beto.
-¿Y a vos que te pasa muñeco?-
-¡Me pasa que a las basuras como vos las cago bien a
palos, para que nunca más se animen a hacer estas porquerías!-
El tipo se largó ciego sobre Beto para tratar de
pegarle, pero ya la cosa estaba decidida. La herramienta que eligió el héroe
para palicear al degenerado fue su alpargata derecha. Y tal como hacía El
Zorro, empezó a canchar entre risas al agresor y a darle semejante soba que
pronto el desgraciado sangraba hasta por las orejas. Ya se había juntado un
montón de curiosos que seguían divertidos la pelea y alentaban al salvador
inesperado.
La fiesta terminó cuando llegaron refuerzos en
un patrullero, alertados por la mujer policía, y se llevaron esposado al
desfigurado agresor, con cargos como pasar unos cuantos días preso y golpes
como para recordar toda su vida.
Cuando quisieron agradecer a Beto, sobre todo la
mujer golpeada, por su valiente accionar, se dieron cuenta que el hombre había
desaparecido.
Al día siguiente, el Diario La Capital, al hacer una
pequeña crónica del suceso, por primera vez habló del “auxiliar de la justicia
no convencional”. Beto leyó la noticia mientras esperaba que lo atiendan en la
verdulería y se puso contento. La cosa iba bien… Continuará
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