sábado, 2 de abril de 2016

La primer hazaña

Así vestido, decíamos, y con un armamento tan extravagante, Beto inició su carrera como “auxiliar de la justicia no convencional”.
El remisero que lo llevó hasta la peatonal no dudo ni por un segundo, que llevaba un pasajero a una fiesta de disfraces. Lo único que no le gustó fue el tremendo cuchillo que Beto sacó de su cintura y colocó prolijamente sobre su falda, para no lastimar el tapizado del auto.
Una vez en el lugar de la acción, y sin saber muy bien cuál sería la primer hazaña, se dedicó a recorrer a tranco firme las cinco o seis cuadras que van de la plaza al mar, ida y vuelta sin parar. Los que todavía circulaban por la calle a esa hora ya medio avanzadita de la noche, se sorprendían al ver semejante figura, pero increíblemente, tal vez por la altura y el tamaño de Beto, nadie se animó a decir una palabra y menos a burlarse de nuestro amigo.
¡Hasta que sucedió!
Llegando casi a una esquina, se empezaron a escuchar gritos desesperados de mujer y pronto se vio lo que pasaba. Un tipo de mala facha arrastraba a una chica de los pelos, mientras le daba patadas donde podía. La pobre chillaba como una loca, pero los tres caminantes ocasionales que se acercaron a prudencial distancia, se limitaron a mirar sin intervenir, mientras se consumaba la paliza. Como una sombra, y adelantándose a Beto, apareció una mujer policía que intimó al agresor con voz aguda, pero el guacho, en lugar de parar el castigo, se limitó a darle una cachetada que le hizo volar la gorra ¡Fue la gota que rebalsó el vaso!
-¿No escuchaste a la señorita, maricón?- Gritó Beto bien cerca de la oreja del delincuente que estaba enardecido, pero se ve que no era estúpido, porque por un momento largó los pelos de su víctima y se dio vuelta para encarar a Beto.
-¿Y a vos que te pasa muñeco?-
-¡Me pasa que a las basuras como vos las cago bien a palos, para que nunca más se animen a hacer estas porquerías!-
El tipo se largó ciego sobre Beto para tratar de pegarle, pero ya la cosa estaba decidida. La herramienta que eligió el héroe para palicear al degenerado fue su alpargata derecha. Y tal como hacía El Zorro, empezó a canchar entre risas al agresor y a darle semejante soba que pronto el desgraciado sangraba hasta por las orejas. Ya se había juntado un montón de curiosos que seguían divertidos la pelea y alentaban al salvador inesperado.
La fiesta terminó cuando llegaron refuerzos en un patrullero, alertados por la mujer policía, y se llevaron esposado al desfigurado agresor, con cargos como pasar unos cuantos días preso y golpes como para recordar toda su vida.
Cuando quisieron agradecer a Beto, sobre todo la mujer golpeada, por su valiente accionar, se dieron cuenta que el hombre había desaparecido.
Al día siguiente, el Diario La Capital, al hacer una pequeña crónica del suceso, por primera vez habló del “auxiliar de la justicia no convencional”. Beto leyó la noticia mientras esperaba que lo atiendan en la verdulería y se puso contento. La cosa iba bien… Continuará



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