Como hace dos días que llueve sin parar, Tiger tiene
permiso para estar en la churrasquera. De todas maneras no le gusta mucho el
asunto porque se aburre, así que me pide que le prenda la tele y se pasa el día
empapándose con las noticias.
Recién preparé el mate y me fui a verlo.
Estaba lleno de preguntas.
-¿Por qué no me dijiste que Argentina estaba en
llamas? ¿Y que la gente se está yendo a vivir a otros países porque acá hay una
hambruna general?-
-¿Qué te pasa?- Le pregunté asombrado -¿Te sentís
bien?-
-¡Sí! Por suerte me siento bien, pero tengo miedo de
morirme de hambre. Recién vi a unas viejas que gritaban malas palabras.
Aseguraban que el país está gobernado por gente muy mala, que ganó las
elecciones por culpa del periodismo, que ya no hay trabajo para nadie, y que
Argentina está peor que en el año 2000-
-¡No les des pelota Tiger! Por suerte tenemos un
gobierno sensato después de tanto tiempo. No hay magos ni iluminados. Solo
gente con ganas de hacer las cosas bien y acomodar tantas cosas desacomodadas-
-¿Pero entonces porqué decían tantas barbaridades?-
-¡Mirá! Vos sos un gato bastante capo. Todos tus
conocidos te respetan y te tienen miedo, pero ¿Qué pasaría si un día aparece
otro gato más duro y a vos te pierden el miedo y te sacan la comida?-
Tiger se quedó pensando. Lentamente. Como piensan
los gatos. Por fin me dijo:
-¡Trataría de que el nuevo se fuera de cualquier
manera! Le haría todas las maldades posibles con tal de obligarlo a dejar el
lugar. Además, inventaría historias horribles para que los gatos comunes se le
vuelvan en contra ¡Sí! ¡Eso haría!-
Mi miró fijo con sus grandes ojos amarillos,
mientras las ideas se amontonaban en su cabeza felina. No le dije nada. La
realidad se le apareció de pronto.
-¡Ah! ¡Ya entendí Jorge! ¡Gracias!-
Por las dudas agarré el control remoto y puse Disney
Channel.
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