Llegando al pueblo, por el acceso desde la ruta 227,
hay una última curva de 90º, paralela a las vías del tren. Allí se ve una
pequeña ermita con la Virgen de Fátima, Patrona del lugar, y pegado a esta, la
tranquera de entrada de una modesta quinta.
El asunto es que hace unos años, se mudaron a esta
quinta los Benítez, una familia muy laboriosa, que tiene algunas vacas,
caballos, ovejas y una porción de gallinas de varias razas.
Como San Manuel es un pueblo con una gran actividad
agrícola, permanentemente pasan por esa curva camiones cargados con distintos
granos. Algunos camiones son un poco antiguos y van dejando el típico chorrito
de semillas sobre el asfalto. Esto hace que desde siempre, las aves de los Benítez
hayan vivido cerca de la ruta.
Al principio, era cosa cotidiana, que alguna gallina
o pollo nuevo, terminara despanzurrado debajo de las ruedas de algún vehículo.
Era inevitable. Pero desde hace casi un año, ya no se ven más cadáveres en la
curva, a pesar de que las gallinas de Benítez siguen ahí.
Seguramente, las que fueron más hábiles para escapar
de los autos, son las que lograron reproducirse y pasar ese “don” a las nuevas
generaciones. Y todo esto pasó en no más de cinco años y, tal vez, ocho o diez
generaciones plumíferas ¡Impresionante!
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