Así encontramos a la criatura intervenida por Miguel
Por suerte pudimos arreglar el asunto
-¿Pero porqué lo cortaste Miguel?- Le pregunté al
muchacho cuando vi al pobre ternero con sus tripitas afuera.
-¡Es que pensé que era un quiste con pus! Y ya que lo
dejaba capado y señalado, calculé que lo mejor era operarle también ese bulto-
Contestó, muy gracioso, el mensual encargado de atender el rodeo de vaquillonas
en parición.
Miguel trabaja en la Estancia El Picaflor y allí van
castrando los terneritos apenas nacen. Los toman en el potrero y les hacen la
pequeña cirugía y ya los dejan señalados, con lo que logran que, al finalizar
la parición, todos los machos estén castrados y contados. Es un buen sistema.
En este caso, el voluntarioso personaje se pasó de
comedido y extendió su arte a la hernia umbilical del neonato, pero
cuando vio que se le salía el intestino, me llamó enseguida para tratar de
arreglarlo.
Por suerte todo se hizo bien rápido y el día, no
demasiado frío, ayudo para que la víctima pudiera salvarse ¡Eso sí! Le deje a
Miguel la recomendación de que limite sus operaciones a los testículos y el
resto me lo deje a mí.
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