Recién llegué de hacer una cesárea a una vaca. La tipa estaba caída en un potrero lleno de barro. Ha llovido todo el día. Y sacando el hecho de que tuve que embarrar la camioneta que tenía bien lavada, el resto estuvo muy bien.
Y mientras viajaba de vuelta, pensaba que para un veterinario de grandes animales, la obstetricia es la actividad mas entretenida y llena de matices. Jamás un parto de una vaca es igual a otro. Se trabaja en cualquier condición. Con lluvia y barro como hoy, otras veces con tanto frío que no podemos ni sostener el instrumental con las manos endurecidas. A veces, de noche con alguna luz improvisada, a veces solos y otras con un gran público (tengo la historia de un parto un primero de enero, con toda una familia de espectadora, y donde fueron cayendo los mas débiles de estómago en cuanto el bisturí entró en la carne). En ocasiones hasta nos toca una granizada en medio del trabajo.
Y cambian también las parturientas. Algunas son mansas y tranquilas, pero otras buscan eliminar al molesto facultativo que se les mete en las entrañas. A veces hay que correrlas por el potrero y algunas otras están caídas esperando que las ayuden.
Y por fin los terneros adoptan las poses mas extrañas como para no salir del lugarcito que los tiene bien cuidados y calentitos, así que allá vamos con los dos brazos dentro de la mamá tratando de acomodarlos.
¡En fin! Que cada parto es una aventura y una prueba del arte del partero.
Y mientras viajaba de vuelta, pensaba que para un veterinario de grandes animales, la obstetricia es la actividad mas entretenida y llena de matices. Jamás un parto de una vaca es igual a otro. Se trabaja en cualquier condición. Con lluvia y barro como hoy, otras veces con tanto frío que no podemos ni sostener el instrumental con las manos endurecidas. A veces, de noche con alguna luz improvisada, a veces solos y otras con un gran público (tengo la historia de un parto un primero de enero, con toda una familia de espectadora, y donde fueron cayendo los mas débiles de estómago en cuanto el bisturí entró en la carne). En ocasiones hasta nos toca una granizada en medio del trabajo.
Y cambian también las parturientas. Algunas son mansas y tranquilas, pero otras buscan eliminar al molesto facultativo que se les mete en las entrañas. A veces hay que correrlas por el potrero y algunas otras están caídas esperando que las ayuden.
Y por fin los terneros adoptan las poses mas extrañas como para no salir del lugarcito que los tiene bien cuidados y calentitos, así que allá vamos con los dos brazos dentro de la mamá tratando de acomodarlos.
¡En fin! Que cada parto es una aventura y una prueba del arte del partero.
¡Ahora quiero leer la historia del parto del primero de enero!
ResponderEliminarNada mas intrigante que ir a asistir un parto, es poco predecible y eso hace que uno vaya imaginando un montón de situaciones, ......que lindo IR A PARTEAR!!!!!!!
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