sábado, 11 de mayo de 2013

Se veía venir


Llegué temprano a la estancia “El Jaguel” de los Amondarain. Teníamos mucho trabajo, así que se habían juntado varios paisanos para ayudar en la encerrada de la hacienda y las tareas en la manga.
Juan Amondarain, enérgico como siempre, me recibió contento y apenas aclaró, empezaron a desfilar las vacas negras y coloradas del inmenso rodeo. La mañana se nos fue entre risas y esfuerzos. Cerca de mediodía terminamos con las guampudas y nos quedaba todavía por elegir algunos potros que iban a llevar al campo de Guido. El encargado de los caballos en “El Jaguel” es Lidoro Gutierrez, un tipo chiquito, pacienzudo con los animales, buen domador, pero completamente dominado por su mujer. Una chica que más parece una tigra que una esposa.
Teníamos que completar ese trabajo, porque después Amondarain salía de viaje para Mar del Plata. Encerraron la manada y cuando íbamos caminando para los corrales, apareció la mujer de Lidoro y le grito bien fuerte: -¡Lidoroooo! ¡A comerrrr!-
Nos miramos desconcertados por tan inoportuna intervención, mientras el pobre gaucho desfilaba para su casa con la cabeza gacha.
-¿Y si terminás esto y después vas a comer Lidoro?- Preguntó Juan interpretando lo que todos pensábamos.
-¡No puedo Don Juan! ¡Vio como es aquella!-
-¡Pero por qué no la matás a esa mujer de mierda!- Grito el jefe muy caliente. Y viendo que el asunto era inevitable, me convidó a comer y a tomar un vino en su casa.
Ya estábamos por empezar a saborear la sopa, cuando Teresa, la mujer que atiende la casa grande, entró en el comedor y le dijo a Juan que Lidoro estaba en la cocina.
-¡Hacelo pasar!-
Lidoro se apersonó humildemente, con la gorra de vasco en la mano y dijo en voz baja:
-¡Ya está patrón!-
-¿Y? ¿Terminaste de comer?-
-¡No! ¡Ya la maté!
Juan se quedó como pasmado y la cuchara se le cayó adentro del plato, salpicándolo hasta la pera con el líquido caliente
-¿Cómo que la mataste?-
-¡Y sí! ¡Usté me dijo…!
Era verdad. Solo que por un pelo, la mala mujer se salvó de la tremenda paliza que le dio Lidoro. Estuvo como dos semanas internada en Lobería. 

5 comentarios:

  1. Tal vez ese domador es bueno por tener una mujer que lo tiene derechito,lastima el jefe que seguramente expreso algo por bronca y casi lo hace hacer una macana!

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  2. el jefe expreso misoginia

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  3. Ja Ja ... Erró el palo al gato!!! No es precisamente rechazo lo que el autor siente por las mujeres

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  4. Acá faltan comentarios... ¡Censura!

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