En todos los pueblos hay algún
personaje que por sus dichos o sus hechos, repetidos porfiadamente, se gana el
apodo de “loco”.
Acá lo tenemos al loco Manolo.
Es jubilado ahora, pero se pasó la
vida trabajando de empleado municipal. A veces arreglando caminos con la
motoniveladora, otras manejando el camión recolector de basura, y tantas otras,
en mil tareas menores que el delegado municipal dispusiera.
Siempre alegre. Con la cabeza llena
de chistes y cuentos que hilvanaba en cualquier lugar, alegrando a la gente que
lo encontraba en el almacén o en la cola del banco.
Pero a veces se pasaba de vueltas.
Una de sus hazañas preferidas era
meterse en la alcantarilla de las vías del tren cuando el bólido se aproximaba
y sacar medio cuerpo entre los durmientes como toreando a la máquina. Los
conductores se desesperaban tocando bocina y haciendo señas con las manos hasta
que en el último instante el loco Manolo se agachaba y desaparecía abajo del
convoy ganándose las maldiciones de los maquinistas. De esta maña se curó
cuando uno de ellos se armó de un balde con agua caliente y en el momento que
el loco se mandó su número, metiéndose entre los durmientes, le regó todo el
lomo con el líquido elemento. Tardó casi un mes para curarse de las quemaduras.
Pero la máxima casi no llegó a
contarla. Tenía un amigo que trabajaba de cajero en el Banco Nación en Tandil,
así que el loco, queriendo hacerle una broma, agarró un caño de escape de
motocicleta, medio finito y cromado, lo envolvió en un sobretodo, de manera que
solo asomaba la punta de dicho caño, se acercó a la línea de cajas, se caló una
gorra hasta las orejas y apuntando con “el arma”, pego el grito: -¡Quietos
todos! Esto es un asalto-
El resto pasó en un instante. Mucha
gente se tiró al piso asustadísima, su amigo lo miró, y reconociéndolo, no tuvo
ni tiempo de decir nada y el policía inexperto, que estaba entredormido en el
garito, se abatató, saco la reglamentaria, y disparó sin pensarlo, metiéndole
tremendo tiro en el hombro al loco.
Se salvó de milagro, y por si esto
fuera poco, le dieron dos años de prisión en suspenso.
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