Fue una linda mañana de febrero en la Estancia Médano Blanco. Ese
campo, pegado al mar, cerca de la ciudad de Necochea, tiene en las
profundidades de su suelo, unas muy buenas aguas termales. Es así que la gente
que compró esas tierras hace algunos años, las ha transformado en un buen lugar
turístico con piletas de agua termal, que, si es por lo que indican los
carteles, curan hasta la peste bubónica.
Este domingo pasado organizaron una
carrera de aventuras llamada “Desafío al Médano Blanco”. Y fuimos a correr mi
hijo Juan con un amigo, la prueba combinada de pedestrismo, bici y remo; y yo,
los 10 km
de pedestrismo. Armaron un circuito muy lindo con subidas y bajadas por médanos
con arena bien caliente, y algunos tramos cruzando plantaciones costeras de
pino.
Se juntó mucha gente. Los más de 200
corredores con sus familias y amigos, y otro montón con ganas solamente de
meterse en las aguas termales.
Yo no estaba demasiado entrenado.
Corrí durante enero lo más que pude, con la ventaja de hacerlo en un circuito de
sierras con muchas lomas, lo que me acostumbró a las cargas. Pero nada más. Así
que traté de no moverme mucho hasta el momento de la largada.
A las 10 de la mañana salimos en una
“previa” de 2,5 km
hasta la largada real, trotando a buen ritmo hasta una tranquera en medio del
campo. Allí paramos un rato mientras uno de la organización explicaba los
distintos recorridos, y por fin salimos a los piques, por un camino estrecho
rodeado de cardos, buscando los médanos. El primero que encontramos era el mas
alto. Desde la punta, donde habían colocado una banderita indicadora, se veía
toda la costa y el mar. A partir de allí era subir y bajar tratando de mantener
algo de ritmo, hasta que volvimos a desembocar en la famosa tranquera y de ahí,
los últimos kilómetros hasta la llegada. Yo venía con poco resto y me encontré
con uno que estaba peor que yo. Lo invité a recorrer la última parte en yunta y
así llegamos hasta el arco final.
La verdad es que llegar es algo muy
gratificante. En cualquier posición. Terminar estas carreras nos llena de
energía y bienestar y lo recomiendo vivamente. Sea hombre o mujer, sin importar
la edad. Esto se puede hacer a los 11 años, como el más benjamín del domingo,
que terminó el recorrido fresco como una lechuga, o en la edad de jubilarse. No
importa. Muchos recordarán al célebre Bedoya de Tandil, que con más de 80 años,
corría este tipo de carreras calzado con unas finas alpargatas negras.
Con Juan antes de largar
A punto de llegar con un rezagado a cuestas
Muy contento al final
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