lunes, 18 de mayo de 2015

Son años...

Hace mucho tiempo tuve 30 años. En ese entonces ya había vuelto como docente a la Facultad de Veterinaria de Tandil. Algo bueno se me vería, porque el Decano de esa casa de estudios, me llamó un día a su despacho, para ofrecerme tener a cargo el área de clínica completa, es decir, quedar como responsable de clínica de grandes animales, de pequeños animales y la parte de laboratorio.
El asunto fue un gran halago, pero a la vez, me abrumó el sentir que no tenía la suficiente experiencia para cumplir de la mejor manera con la función. Aquella vez, y aún hoy, valoro enormemente la trayectoria. Creo que el que quiera ocupar un puesto directivo, debe haberse “pelado la frente” para conocer íntimamente cada detalle de lo que tendrá a cargo y poder hacerlo de la mejor manera.
Así fue que decidí rechazar amablemente la oferta y seguir tranquilo con mi camino. Preferí seguir “pelándome la frente”.
Hoy veo muchachos de aquella edad que no tienen prurito en aceptar cargos de ministros de un país y ponerse al frente, entre otras cosas, de la economía. Veo también muchachas sin experiencia, tomar cargos en la justicia y atentar contra algún juez de la corte suprema de avanzada edad, en contra de todo principio legal y moral.
¡Mamma mía! Diría mi abuela Bianca. Parece que no los abruma el escaso conocimiento práctico que tienen de las cosas.


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