Hace
mucho tiempo tuve 30 años. En ese entonces ya había vuelto como docente a la
Facultad de Veterinaria de Tandil. Algo bueno se me vería, porque el Decano de
esa casa de estudios, me llamó un día a su despacho, para ofrecerme tener a
cargo el área de clínica completa, es decir, quedar como responsable de clínica
de grandes animales, de pequeños animales y la parte de laboratorio.
El
asunto fue un gran halago, pero a la vez, me abrumó el sentir que no tenía la
suficiente experiencia para cumplir de la mejor manera con la función. Aquella
vez, y aún hoy, valoro enormemente la trayectoria. Creo que el que quiera
ocupar un puesto directivo, debe haberse “pelado la frente” para conocer íntimamente
cada detalle de lo que tendrá a cargo y poder hacerlo de la mejor manera.
Así
fue que decidí rechazar amablemente la oferta y seguir tranquilo con mi camino.
Preferí seguir “pelándome la frente”.
Hoy
veo muchachos de aquella edad que no tienen prurito en aceptar cargos de
ministros de un país y ponerse al frente, entre otras cosas, de la economía.
Veo también muchachas sin experiencia, tomar cargos en la justicia y atentar
contra algún juez de la corte suprema de avanzada edad, en contra de todo
principio legal y moral.
¡Mamma
mía! Diría mi abuela Bianca. Parece que no los abruma el escaso conocimiento
práctico que tienen de las cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario