Tengo una pava tiznada. Me acompaña hace tiempo. Es una pava chiquita de chapón medio ordinario, que se fue poniendo negra en cientos de fueguitos al costado del camino. Conoce lugares lejanos. Algún bosque, mucha tierra, campos de la zona, las montañas y las sierras. La entibiaron quemazones de cardos secos, ramitas de algún árbol bondadoso, yuyos y hojas crepitantes, o piñas y bosta seca.
Capaz que es por eso, o porque la quiero nomás, que los mates que me ceba tienen ese gusto tan distinto. Me miró ordenar el fuego en días tristes, o en otros de mucho sol.
Esa es mi pava tiznada.
Capaz que es por eso, o porque la quiero nomás, que los mates que me ceba tienen ese gusto tan distinto. Me miró ordenar el fuego en días tristes, o en otros de mucho sol.
Esa es mi pava tiznada.
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