viernes, 20 de mayo de 2011

Un caso raro

Hace un tiempo tuve un caso raro.
Una señora de Tandil me llamó porque había consultado algunos colegas, pero su perra lazarillo no mejoraba.
Aurora es ciega y su perra es ayuda y parte de su vida. Nos citamos para un jueves y allá fui con mis “útiles” a revisar el animal enfermo.
Me abrió la puerta y en cuanto me presenté me dio un abrazo cariñoso. Es sabido que los no-videntes desarrollan el tacto, así que me quedé quietito mientras me reconocía.
Después trabajé afanoso con su perra, mientras charlábamos de mil cosas. Yo le iba contando lo que hacía en la pequeña operación que tuve que efectuar.
Cuando terminé me convidó un café, y por fin llegó la hora de irme, así que Aurora me acompaño hasta la puerta. En el camino me tocaba la espalda y los hombros, como curioseando, hasta que por fin me dijo:
-¡Que brazos fuertes! ¿Será por el trabajo en el campo?-
-¡Puede ser!- Le dije algo incómodo con la situación.
Cuando llegamos a la calle no aguantó más y se largó:
-¿Te puedo tocar las piernas?-
Yo miré para todos lados. Era plena tarde y un sol enorme llenaba la calle de luz. Me imaginé las vecinas chusmas espiando por la ventana, pero no me quedó más remedio que presentarle un muslo:
-¡Metéle nomás!-
Y allá se extendió con dedos hábiles en la inspección, mientras ponderaba la fortaleza de mis patas entrenadas. La cosa seguía, así que la corté diciendo:
-¡Aflojale Aurora que estamos en la calle!-
-¡Tenés razón!- Me dijo
Y nos despedimos. Un caso raro.

1 comentario:

  1. Hay que tener levante ya nada se te resiste, jajajaja, te pagó o quedó todo arreglado .......

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