El
Castillo es una estancia grande ubicada hacia el norte, a unos 20 km de San
Manuel. Tienen varios empleados porque allí se trabaja con mucha hacienda de
cría. Además, parece que la administración los cuida mucho, porque la mayoría
de los que entran a desempeñarse en ese establecimiento, terminan saliendo jubilados
y con algún capitalito como para pasar una buena vejez.
Un
peón destacado es Edelmiro Martínez. Quedó trabajando en el Establecimiento en
el lugar de su padre, cuando este se accidentó con el tractor, en la época de
las inundaciones del año 80.
Dos
cualidades que destacan a Edelmiro son su curiosidad y su carácter alegre y
juguetón. Tanto es así que siendo más joven vivía haciendo travesuras al resto
de los peones, para divertirse sin gastar plata. Un día le aflojaba la cincha a
alguno, con lo que al tratar de subir a caballo, el infeliz se daba de culo en
el suelo con el recado en la cabeza, otro día metía una culebra en la cama del
mas miedoso, haciendo que el corazón del burlado prácticamente se le saltara
del pecho, o solía también aparecerse como un alma en pena en las habitaciones
del personal, cubierto con una sábana y aterrorizando a todos.
Pero
tanto hizo que al final llegó la venganza. Dos de los puesteritos más jóvenes,
víctimas reiteradas de las bromas de Edelmiro, se juntaron en la matera para
charlar, asegurándose que el bromista los oyera. En voz baja, casi
cuchicheando, uno le dijo al otro:
-¡No
sabés lo que es! ¡El sábado a la noche estuve con la Palmira y la dejé loca!-
-¿Pero
no arde mucho?-
-¡Que
va a arder! ¡Es bárbaro! Solo lo remojás una vez y el efecto te dura como diez
días. ¡Lo preparás en un jarrito y metés el pito adentro hasta que sentís que
se hincha un poco!-
-¡Decime
como es la fórmula! ¡Pero esperá!- Dijo uno de los muchachos –Me voy a fijar si
no nos oye nadie-
Edelmiro
se escondió atrás de unas bolsas, pero dejó el oído largo para escuchar bien
como era la cosa.
-¡Mirá!
Tenés que juntar hortigas, picarlas bien y meterlas en medio litro de alcohol
puro. Además, le ponés una cucharada sopera de pimentón fuerte y otra de ají
molido y al final, le agregas un chorro de linimento para los caballos. Lo
batís bien y lo dejás una semana preparado. Cuando ya lo tenés maduro, lo pasás
a una latita, ponés adentro tu instrumento y listo. Con eso te ponés más bravo
que el padrillo de Ledesma y sos capaz de bajar y subir más de diez veces en
una noche-
Edelmiro
siguió al pie de la letra la receta, pensando en las cosas que haría con
Martina, su noviecita nueva. Pero el chiste le costó dos días de internación y
casi dos meses para que el miembro tumefacto recuperara su forma original.
Eso
sí. Ya nunca más hizo alguna de sus bromas. Fue como si se asentara de golpe.
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