lunes, 14 de septiembre de 2009

Lugano Brondi reaparece

Les contaba antes que...
De a poco el animal empezó a mejorar, y en una semana andaba feliz y contento trotando atras de Ayonhais. Lugano se convirtió en algo superior para los Yabitos pero se ganó el rencor eterno del "médico".
No pasaba día sin que el jefe no recibiera algun consejo de que lo mejor era llevar de nuevo al forastero para sus tierras. De lo peligroso que era tenerlo con ellos si los blancos llegaban a descubrir la aldea, y de la mala influencia que Lugano estaba ejerciendo sobre los mas jóvenes de la tribu, que no dudaban en pasar el día junto a él, sin dedicarse a las labores comunitarias.
Una mañana la decisión fué tomada. Lugano sería llevado hasta la orilla del gran río y ahí se lo dejaría para que pudiera volver solo con su gente. La despedida llevó dos días. Se le hicieron comidas especiales y todos le ofrecieron algún regalo. Cosas pequeñas que fué guardando en una especie de saco tejido de fibras vegetales que le hizo Yihina. Los guerreros que lo habían encontrado casi un año atras, fueron los encargados de acompañarlo hasta el río. Lugano iba vestido con las bombachas que usaba el día del accidente y la misma camisa, habilmente remendada con finos hilos de Longinea. Iba descalzo. Se había acostumbrado en estos meses en la selva.
Cuando llegaron al río se dieron un corto abrazo, y sin dudar Lugano se internó en el agua caminando hasta que ya no hizo pie. Despues se dejó llevar por la corriente dando suaves brazadas hasta que alcanzó la otra orilla. Cuando volvió a mirar para la selva sus amigos habían desaparecido. Caminó todo el día sin parar siguiendo un rumbo fijo, hasta que a media tarde llegó a un camino. Se paró exhausto a descansar. El primer camión de hacienda que pasó lo levantó. Iba para Alvear. Cuando comenzó a contar su historia, el camionero se acordó del veterinario desaparecido un año antes. Era marzo de 2003.
En Alvear hubo armó un gran revuelo cuando se corrió la noticia. El intendente llegó a las apuradas al almacén donde se amontonaban decenas de curiosos, y lo rescató de la multitud. Esa noche le dió de cenar, algo de ropa limpia, y por fin le ofreció el teléfono para llamar a su familia. Atendió la madre. Cuando oyó su voz en el teléfono empezó a dar gritos y saltos de alegría. En minutos todo Gonzalez Chavez sabía de la reaparición de Lugano.
En dos días entraba en su pueblo y era recibido con honores. El diario de una ciudad vecina, "La Voz del Pueblo" de Tres Arroyos, le hizo una extensa nota donde Lugano contaba sus aventuras y pronto, los medios nacionales, con Cronica a la cabeza, se trasladaron a Chavez. La noticia comenzó a crecer primero en el país y despues en el exterior.
Elpidio Ramirez Alvarez, un paraguayo nacionalizado estadounidense era encargado de negocios de Pfizer veterinaria para latinoamérica. Cuando leyó en Internet la historia de Lugano, en su lujosa oficina de Boston, pidió a su secretaria que lo comunicara urgente con él.
-¿Lugano Brondi?-
-¡Sí!-
-Soy Elpidio Ramirez Alvarez de Pfizer. He leído su historia y tengo algo muy importante que ofrecerle-
-¡Sí! ¡Dígame!-
-Mire, mejor sería que nos encontraramos en mi oficina de Boston. Deme un número de cuenta y le depositaré el dinero para el pasaje y sus gastos. Mi secretaria se encargará de darle todos los detalles-
Continuará

1 comentario:

  1. jajajajja esto me esta sonando a que Pfizer,le pidio los consejos de los indios para hacer los remedios que hoy nos venden......que tal mi olfato?

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