–¡Oiga Damián!- Le dije sin vueltas -Estoy viendo si puedo aprender algo de los animales salvajes para que los humanos comamos bien-
Me miró un rato largo con sus ojitos chiquitos como bolitas de juguete y se rió.
-¡A la pucha dotor! ¡Usté sí que es campeón! Por algo es tan mentao entre los animalitos. Es la primera vez que nos vienen a preguntar eso–
-¡No Damián! Esto es una idea vieja y que no es mía, pero yo quiero tener algunos datos porque estoy haciendo notas sobre este tema en un blog-
-¡Mire usté!- Dijo Damián -¿Y qué quiere saber?-
-¡Bueno! Para empezar quiero saber qué es lo que tenemos que comer-
-¡Vea amigo! ¡La cosa es así!- Dijo el sabio Damián –Tienen que comer todo lo que la naturaleza les ofrece, aunque es preferible la comida a la que están acostumbrados culturalmente-
-¡Claro!- Le dije –Será que para algunas cosas no tenemos las tripas preparadas. Fijesé en el sushi, Damián. Aunque lo toleremos, comer pescado crudo puede hacernos mal, lo mismo que el intenso picante de algunas culturas como las centroamericanas. Lo bueno sería probar las cosas nuevas, y si nos “caen” mal, acordarnos de las ratitas blancas y eliminarlas de nuestro menú-
Damián me miraba –No sé qué pasará con nuestras hermanas las ratas blancas pero así es como se hace-
-¿Y cuándo hay que comer?- Fue mi siguiente pregunta
-¡Cuando tengan hambre!- Afirmó rotundo y se quedó quietito
-¿Nada más?-
-¡No! ¡Nada más! Esto que parece no tener importancia es fundamental. Nosotros nos ponemos en marcha cuando tenemos hambre y dedicamos todas nuestras fuerzas a conseguir alimento. Nuestro organismo ha digerido bien la comida anterior y está listo para recibir más. La mayoría de ustedes tiene asegurada su provisión de comida, entonces nos pueden imitar comiendo solo si tienen hambre. Es una muy grata sensación tener hambre, sobre todo si uno está seguro que va a poder comer en el momento que quiera-
¡Qué lo tiró que es sabio! Pensé ¿O solo es simple y natural?
Y ahí nomás le tiré la última pregunta
-¡Diga Damián! ¿Y cuánto hay que comer?-
-Mire dotor. Ustedes dicen “Más vale pájaro en mano que cien volando” y tienen razón. Coman cuanto puedan hasta estar satisfechos. No hay más misterio. Y perdonemé porque ví pasar un cuis y me dio hambre. Voy a ver si lo puedo agarrar- Y se fue nomás casi sin despedirse.
Yo me volví en la camioneta para mi casa repasando esos simples consejos y tratando de redondearlos.
Hay que comer de todo. Cuanto menos elaborado mejor. Así como sale de la madre natura. Leche entera y sus derivados, huevos como tal, carnes variadas, agua y nada de porquerías con gas o con colores, frutas y verduras, si es posible cosechadas por nosotros, y todas las cosas que nos gusten y a las que nuestra cultura nos ha acostumbrado. Miremos con desconfianza los productos “mejorados”, las leches descremadas, los alimentos light, los diet, los adicionados con las vitaminas que naturalmente ya contienen, y todas las cosas que vivos comerciantes nos inducen a consumir con bombardeo propagandístico.
Comeremos todo aquello solo cuando tengamos hambre y en las cantidades que el cuerpo nos pida.
Pero seguramente que esto no alcanza para estar fuertes y ágiles como panteras. Es solo la parte del combustible. Pronto veremos que otros secretos tienen para contar nuestros amigos.