¡No hay caso! Hay que vivirlo para saber lo que se siente.
Pensar que hay millones de personas que habitan las ciudades que nunca pasarán por esto.
El chorro grueso, potente y cantarín cae desde lo alto pegando rudamente en la tierra áspera y voladora.
El líquido manantial parece interminable estela y vapores danzantes se desprenden de la catarata, mientras uno mira complacido.
Y una enorme paz nos llena el cuerpo mientras se oye el alegre chapoteo que poco a poco va formando una lagunita tumultuosa, cubierta por blanca espuma,
¡Que placer bajarse a mear en una tranquera!
jajajaja Muy bueno Doc, es cierto, y luego te sentas en la camioneta con una sonrisa de oreja a oreja y exclamaS un pequeño suspiro de confort, UN ABRAZO, NOS VEMOS!!!!!!!
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